Opinión

El disparate democrático

Miriam Nogueras, con la bandera española apartada el pasado día 23. EFE
photo_camera Miriam Nogueras, con la bandera española apartada el pasado día 23. EFE

La sucesión crónica de episodios tan disparatados como sombríos presagia en política el deterioro de la democracia y la descomposición del poder establecido. La semana que termina es una clara exposición de sucedidos que avisan de un fin de ciclo, pendiente únicamente de que las urnas certifiquen la defunción del sanchismo podemita y su sociedad de intereses con el separatismo desafiante y los herederos políticos de Eta. La diputada de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras, retiró la bandera española en su rueda de prensa porque "estaba muy cerca", pero no apartó la bandera europea porque la "representa más". La portavoz de Junts por Cataluña, el partido del fugado Puigdemont, no retira de su cuenta bancaria el sueldo que cobra del Parlamento español (117.000 euros al año), pero aparta la bandera de España que le da de comer —y no la roba—; la bandera que le permite ser una ciudadana europea mientras se beneficia del sistema que desprecia con este tipo de actos consentidos por el Gobierno y la presidenta socialista del Congreso. Estamos ante la sintomatología del desafío ilegal que condenó el Supremo y amnistió Sánchez. Vuelve ese comportamiento faltón de ‘distaparte’ nacional y abuso democrático después de que el Alto Tribunal frustrara los beneficios de la derogación de la sedición y la rebaja de la malversación que inquieta a Europa.

A las delegaciones europeas que vinieron a controlar el uso de los fondos europeos y las buenas prácticas en igualdad se las obligó a dejar los móviles fuera de las reuniones y se las trató de engañar con la Ley del sólo sí es sí. Pero a Irene Montero le reprendieron porque «los jueces aplican la ley que ustedes hacen y será complicado enmendar los fallos». El sainete que se trae la coalición a costa de la rebaja de penas a delincuentes sexuales y la excarcelación de violadores no sólo causa alarma y asombro social, sino que tendrá un coste electoral impredecible por mucho que Tezanos cocine el CIS en los fogones del partidismo militante. Pedro Sánchez sigue acotando la calle que a él le gusta, y cerró esta semana una biblioteca pública de Fuenlabrada (Madrid) para grabarse sin abucheos con jóvenes figurantes en vísperas de su operación becas. En el Senado o en el Congreso ya no contesta a lo que le pregunta la oposición encargada legítimamente por la soberanía popular de fiscalizar su gestión, sino que mete cizaña contra la oposición pensando que todos son de su condición. A Feijóo le vigila la prensa oficial cuando come con Casado, pero el Gobierno le veta una visita a las tropas españolas en Letonia, no siendo que hiciera sombra a Sánchez en su viaje a Kiev al cumplirse un año de guerra.

Ramón Tamames, camino de los 90, ha deshojado la margarita y dice sí a Vox: representará al partido de Abascal en la moción de censura que dará oxígeno al sanchismo desde sus convicciones de comunista arrepentido que transitó al liberalismo económico centrista. Jugará la baza de los principios y valores de la experiencia desde la madura vejez conservadora. Las otrora dimisiones forzadas de los ministros Huerta y Montón se antojan en la distancia un acto reflejo de apariencia que se demostró cosmético. Una legislatura después, y tras dos años de ocultación, llegaron los ceses de la número 2 de Transportes, Pardo de Vera, y del presidente de Renfe, Isaías Táboas, porque los trenes no entran por los túneles de Cantabria y Asturias. En la decisión de Sánchez hay un componente electoral por tratarse de comunidades sensibles para el PSOE. La decisión llegó el mismo día que el Gobierno reunió a los presidentes de ambas comunidades para dar explicaciones y, por consiguiente, para dejarlos contentos. Y hasta que lleguen los nuevos trenes dentro de 2 o 3 años, gratis total en cercanías para los que tienen que votar. La pregunta es: ¿Por qué Sánchez no fuerza la dimisión de ministros por asuntos más graves como mentir en la tragedia de Melilla o de irreparables consecuencias como la ley del sólo sí es sí? No es defendible esta chapuza del chacachá del tren, que es impresentable y debería haberle costado el puesto a la ministra Raquel Sánchez. 
Pero lo de los titulares de Interior e Igualdad (Marlaska y Montero) clama el cielo y ahí siguen pese al daño que han hecho con el acercamiento de presos etarras o leyes ideologizadas como la del sí pero no y la ley trans. Esta última amenaza con reeditar otro show de soberbia por su empeño en legislar por decreto y no escuchar a la oposición, que le dará sus votos para modificar la Ley del solo sí es si con tal de que PSOE y Podemos no sigan con este bochornoso espectáculo que fomenta la ideología de género y traiciona la igualdad hombre-mujer. 

La número 2 de Igualdad, Pam Rodríguez, dice que si un hombre cambia de sexo y pega a una mujer "ya no es violencia de género". Lo dijo en uno de esos videos de propaganda populista hecho para las redes podemitas, pero al darse cuenta de la barbaridad lo retiró de inmediato. Hay deriva y descomposición, deterioro institucional, constitucional y democrático, y demasiada falta de escrúpulos ante el horizonte electoral. Todo un disparate.

La conspiración blaugrana
Joan Laporta encendió el ventilador del victimismo que, en el caso del pago reiterado del Barça a un jefe del arbitraje español, es culpa de los demás y nunca del equipo que preside. El conspiranoico Laporta rehúye su responsabilidad y agita la teoría de la conspiración mediática y reputacional contra el Barcelona. Laporta señala a Tebas, mandamás de la Liga de Fútbol Profesional, como uno de los inspiradores de este escándalo sin precedentes en el fútbol. Pero lo cierto es que las instituciones deportivas y juridiciales deben investigar la presunta compra de favores arbitrales por parte del Barça, que en Italia costaron a la Juventus de Turín un descenso y dos títulos. Al fondo de esta corruptela deportiva aparece la superliga, lo cual explica que el Real Madrid haya sido el único equipo de la Liga que no ha firmado junto al Barcelona un comunicado que repudia y condena los hechos ya en manos de la Fiscalía de Barcelona por ser de la máxima gravedad. El caso Negreira es el caso del Barça por más que Laporta apunte para otro lado. El jefe arbitral exigió pagos al Barça por "tantos años de favores prestados". Azul y grana, da blaugrana.

El brujo de A Coruña
Amancio Amaro Varela ha protagonizado una de las carreras más gloriosas del fútbol gallego y español. El futbolista coruñés nos dejó a los 83 años el día que el Real Madrid volvió a la Champions en Anfield contra el Liverpool. Y el brujo volvió a hacer magia porque el Madrid remontó un 0-2 para terminar ganando por 2-5 en otra grandiosa victoria europea que los blancos dedicaron a Amancio. El futbolista del Deportivo y del Real Madrid fue el artífice de la sexta copa de Europa blanca del Madrid ye-yé que tomaba el relevo de los Di Stéfano y Puskas para convertirse en el Madrid de Gento y Amancio formado completamente por españoles. Como entrenador hizo debutar a la Quinta del Buitre, y en sus meses finales alcanzó la presidencia de honor del Real Madrid. Internacional, muy gallego, serio y seco, vivió siempre en un piso cerca del Bernabéu, junto al parque Berlín madrileño, a pocos metros de Concha Espina. Pero cuando este periodista paisano y niño le veía pasear, siempre recibía una expresión pícara, como ese regate y jugar que tenía el 7 del Madrid, un extremo irrepetible a la vieja usanza.

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