Opinión

España no es bananera

CUANDO HECHOS de la actualidad tan indudablemente objetivos como la liberación de un preso político opositor en Venezuela o el homenaje a Miguel Ángel Blanco se transforman en el miserable rencor ideológico guerracivilista de siempre hay riesgo de un déficit democrático que debemos remediar. En ambos casos se ha visto que los defensores de la memoria histórica tienen memoria selectiva. Se observa que la retórica frentista es más fuerte que la tolerancia.

La liberación parcial de Leopoldo López en Venezuela, ahora bajo arresto domiciliario, se ha vivido en España con forzada división política. Esa confrontación ha puesto en evidencia a quienes se deben al chavismo y quieren aplicar los postulados bolivarianos en Europa. La unanimidad con la que la comunidad internacional ha celebrado la excarcelación a medias de López se ha enturbiado con la interpretación de algunos dirigentes de la izquierda radical. No comprenden que la democracia es algo más que la libertad de expresión en un tuit personal. Llamar a Leopoldo López "golpista" significa comulgar con el código judicial de un régimen que retuerce la ley a su medida con ruindad y miserable tiranía absolutista. Y no condenar la opresión ni la falta de garantías y libertades en Venezuela resulta revelador y dice mucho de lo que algunos quisieran para España.

Pero toda manifestación de pensamiento totalitario es susceptible de empeorar. Así que en el 20 aniversario del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco hemos visto que esa izquierda radical prefiere colgar en la fachada del ayuntamiento de Madrid una pancarta con el "Welcome refugiados" a una pancarta de homenaje al concejal del PP asesinado por ETA. La alcaldesa Carmena, al igual que el alcalde de Cádiz y algunos concejales del PSE en Bilbao, no saben distinguir a esta víctima del derrotado terrorismo independentista de ETA de otras víctimas del terrorismo y otras víctimas de nuestro tiempo. Víctimas muy respetables como los refugiados que no serían infravaloradas si se hubiera colocado sólo por tres días una pancarta de homenaje a Miguel Ángel Blanco. Dice Carmena que no quiere distinguir entre víctimas etarras, pero realmente la alcaldesa equidistante sí distingue entre Miguel Ángel, los refugiados o el orgullo gay. Olvida que Miguel Ángel es un símbolo de todos, no sólo del PP, porque su secuestro y asesinato significaron la mayor movilización social contra la banda terrorista dando lugar al espíritu de Érmua y al principio del fin de la organización terrorista armada. Esa intolerancia, esa falta de visión democrática es más propia, en efecto, de regímenes bolivarianos como Venezuela que de España. Y no ser capaz de preservar el valor de la vida y la lucha contra el terrorismo revela mucho de quienes prefieren una Venezuela de Maduro a una Venezuela libre. De Leopoldo y Miguel Ángel hay que extraer la lección de la libertad y la democracia. Lo demás son tics autoritarios más propios de repúblicas bananeras.

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