Opinión

Feijóo 2020

Núñez Feijóo es la prueba de que las mayorías absolutas siguen siendo posibles aunque no estén al alcance de cualquiera

A NÚÑEZ Feijóo le va bien saber esperar y tener claro que su sitio está en Galicia. Es decir: Galicia, Galicia, Galicia como lema y como punto principal de sus valores y principios. Feijóo 2020 iguala las cuatro mayorías de Fraga, y va camino de convertirse en imbatible para la oposición y para los suyos. Es verdad que Feijóo no ganó el congreso del PP porque no se presentó, pero siendo tan gallego de Orense también puede decir que no lo perdió como Soraya y Cospedal. En las elecciones gallegas Feijóo reparte obleas de centralismo moderado y derrotas como panes entre los adversarios, que a falta de dóberman y del fantasma de Meirás agitaron el miedo a votar del rebrote cuando precisamente la gestión del coronavirus, A Mariña incluida, ha sido baza de campaña del PP y patrimonio político de Feijóo junto a la lealtad a su tierra. El incremento de la participación de los gallegos en las autonómicas del coronavirus es una bofetada a los agoreros de la suspensión de las elecciones, perdedores en las urnas que han dificultado cuanto han podido su celebración por razones de interés partidista y no de interés sanitario.

La oportuna avería en el avión de Sánchez para el cierre de campaña dejando solo a Caballero ha sido (poco) edificante y premonitoria. Típico de Sánchez no mezclarse con el fracaso si bien el gesto se puede interpretar como el arrodillamiento ante el liderazgo de Feijóo. La victoria de Núñez Feijóo supone una vacuna contra el contagio de la política estatal insulsa, oportunista y poco rigurosa que basa toda su destreza en la improvisación, el tuit y la propaganda. Sólo Ana Pontón ha mejorado el tipo electoral porque además de sentarle bien la maternidad también le sienta bien Galicia. Pero ni el PSOE podemizado ni el Podemos socializado del tándem SanchIglesias terminaron de ilusionar y convencer pese a contar con la ayuda multiplicadora de la Moncloa, el CIS, el BOE y el presupuesto prorrogado de Montoro. Los gallegos son tan pragmáticos como serios, y valoran lo que en términos coloquiales significa ser de ley, sobre todo si se trata de un político. Así que Feijóo ha dado con la tecla de la confianza, ha conectado con el galleguismo desde la responsabilidad constitucional y al mismo tiempo proyecta imagen fiable de líder nacional y buen gestor que le permite mantener a raya tanto a los rivales ideológicos de la izquierda como de la derecha. Y lo que es más importante, su galleguismo no es incompatible con el Bloque, porque deja espacio al nacionalismo tradicional gallego que, más allá del sentimiento del arraigo y la militancia país, no está radicalizado como en Euskadi y Cataluña porque es más genuino que la espumosa marea.

Podemos concluir, pues, que la marca Feijóo 2020 vuelve a ser el revulsivo de la marca PP a nivel nacional tras el descabalgamiento de Rajoy del Gobierno central. Y del mismo modo que los populares gallegos auparon al marianismo a Moncloa, siguen sosteniendo las opciones de Pablo Casado de cara al futuro. Galicia se ha convertido en el principal territorio de la lógica y la razón que preserva la certeza de lo conocido de los experimentos con gaseosa. Alberto Núñez Feijóo es la prueba de que las mayorías absolutas siguen siendo posibles aunque no estén al alcance de cualquiera ya no sólo en España sino incluso en Europa. Y la fortaleza de su liderazgo popular demuestra que la política con mayúsculas, tradicional y sería, sin florituras ni aspavientos, puede resolver la ecuación de las derechas para sumar en unas futuras elecciones generales.