Opinión

La capilla de Chacón

EL DESFILE de personalidades de la política, sin signo ni rivalidad, representa una bocanada gratificante de unidad que favorece la convivencia de España. Ya no solo porque las primarias socialistas pasaran a un segundo plano, sino porque vimos a dirigentes del PP, Cs y otras formaciones integrados en la vocación y el cometido humano de la sensibilidad y el sentimiento. Zapatero aguantó el tipo, pero me cuentan que en una esquina, lejos de las cámaras, se echó a llorar. También José Blanco estaba muy afectado. Ver al político en su faceta humana nos ayuda a mejorar el concepto sobre ellos. Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López aparcaron la división. Por un momento prevalecía esa máxima del socialismo tradicional según la cual un partido de alternancia no puede fracturarse por razones de poder y de supervivencias personales. En los corrillos todos coincidían en que Chacón será recordada por su sonrisa positiva. Quien convivió 46 años con una cardiopatía congénita sabía muy bien que «cada día era un regalo».

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