Opinión

La doble cara política

SIEMPRE SE ha hablado en política del doble rasero o la doble vara de medir. Se ve con todos los partidos, desde el PP al PSOE. Pero esta semana son los emergentes claro ejemplo de la incoherencia. Ciudadanos, por ejemplo, aplica al presidente murciano la exigencia de la dimisión por la imputación, pero no mantiene la misma exigencia con el actual alcalde socialista de Granada, también imputado en el caso de los cursos de formación. Podemos, por su parte, suele tener muchos reflejos para exigir condenas internacionales, pero se niega a condenar los excesos pretotalitarios de Maduro en Venezuela. Del mismo modo, suele llamar «corruptas» a las formaciones rivales, sobre todo al PP, pero «no tiene en cuenta —dicen— su financiación exterior, el pago en negro al cuidador de Echenique, las colocaciones de amigos y familiares o la plusvalía del pisito de Espinar». El senador podemita ha culminado su contradicción al tomarse dos coca colas en la Cámara Alta para pasar las albóndigas tras pedir que se prohíba su venta.

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