Opinión

La lección de Bimba

LA MUERTE de Bimba Bosé es de esos desenlaces fatales que sientes como una pérdida familiar propia. Porque compruebas que la vida finalmente es un camino inevitable hacia la muerte, sin distinción de edad, sexo, profesión, riqueza, felicidad o notoriedad. Sólo la muerte nos iguala en el epílogo, porque en efecto a la hora del instante final todos somos irremediablemente iguales. Les invito a un ejercicio de concienciación que prefiero calificar de realista muy por encima de la curiosidad morbosa. Cuando se muere un famoso y buscas el óbito en la wikipedia, casi en tiempo real aparece de forma inmediata junto a la fecha de nacimiento la fecha del fallecimiento. Esa es la prueba irrefutable de que la vida, ya sea duradera o corta, es efímera: dos fechas en la lápida o internet, y en el caso de Bimba una reseña en prensa que glosa su lucha contra la enfermedad, su trayectoria profesional y el cariño de sus familiares y amigos. Eso somos: nada que se pueda considerar eterno, un capítulo corto de un libro infinito con millones de protagonistas, el duelo intenso de los que te quieren o la indiferencia y olvido de los que no te conocen.

Bimba Bosé ha fallecido a los 41 tras luchar 3 años contra un cáncer de mama que se había extendido en forma de metástasis. Bimba Bosé tenía ADN de artista, lo que la convirtió en modelo, cantante y actriz bajo la ineludible responsabilidad de un apellido ilustre con genética del clan Dominguín. Pero lo de Bimba Bosé tiene una historia humana detrás que también sufren millones de personas en todo el mundo. Hay unos hijos, una lucha por la supervivencia, el logro del éxito y la fama frente a las amarguras del fracaso y el anonimato silencioso de la gran mayoría. Bimba triunfó en la moda con David Delfín. Y la fatalidad de la naturaleza ha querido que también el modisto se enfrente a un tumor cerebral inoperable desde el tormentoso territorio talentoso y creativo de la moda.

Quizás en momentos así, en los que comprobamos que nadie está a salvo de lo peor o lo mejor, conviene que centremos este caudal de morriña en el coraje de la resistencia y la lucha frente al asedio de una enfermedad como el cáncer. Si miramos alrededor, todos tenemos en el entorno casos de amigos, compañeros, conocidos o familiares que han mirado de cerca a la muerte para aferrarse a la vida, el amor y la fe. Da la impresión de que Bimba Bosé fue una mujer valiente que hizo gala de su rebeldía frente al cáncer. Ante el abandono de la impotencia y la pérdida de esperanza en la curación, queda la dignidad humana de la aceptación. No hay que resignarse jamás, y hay que pelear por la salud con prevención y una vida sana. Esa es la lección que debemos destacar en el adiós a Bimba Bosé y otras tantas personas anónimas que nos han dejado y dejan por culpa del cáncer. Debemos quedarnos con esa lección humana de Bimba, con esa sonrisa que no perdió ni en la fatalidad del final. En su presencia biónica se adivinaba bondad, una personalidad formada de registros auténticos y de rincones llenos de libertad y digna decencia. La lección de Bimba nos ha de servir a todos.

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