Opinión

La política de lo estéril

Repaso de precampaña en la superficialidad de la política. El cásting prioriza la forma sobre el fondo

A ALGUNO LE puede parecer una chorrada, pero mucha gente considera que el debate sobre el lazo amarillo es estéril y gratuito porque no nos conduce más que a facilitar la campaña electoral de Torra y los independentistas. Está muy bien que la JEC haga su trabajo, pero el lacito yellow y sus derivados eran, son y serán tarea del Gobierno y la Fiscalía tanto en campaña como fuera de ella. Los españoles ven cómo la presunta superioridad supremacista nacionalseparatista se cachondea de nuestras instituciones, lo que contribuye a su estrategia de victimismo y a generar un debate paralelo de contestación al juicio del Supremo contra los golpistas acusados de rebelión, sedición y malversación.

Esto del lazo amarillo es como el contagio de la cruzada contra Vox, que se generaliza en medios y redes en claro interés de la izquierda por dividir el voto de las derechas. Lo que se logra con la estigmatización de Vox, independientemente de que haya razones para poner en cuarentena muchas de sus propuestas, es hacerle la campaña electoral gratis por intereses políticos que también alcanzan el ansia del PP por recuperar voto y de Cs por diferenciarse en su obsesiva dicotomía derecha-izquierda.

Estamos ahora mismo en la precampaña más compleja de las dos últimas décadas, que supera en extravagancia a la irrupción podemita del 15-M y aquel obsoleto discurso contra la casta y los ricos. Lo de ahora, repito, es un gran plató de televisión donde, al tiempo que se prima una carrera competitiva de fichajes impensables, se prioriza el casting de la apariencia sobre el conocimiento y la preparación política.

Será por eso que Sánchez rehúye el cara a cara con Casado porque en un debate a cinco tiene menos que perder. El oficio de lo público se ha transformado en la pose superficial de la imagen, mientras que la voluntad repetida de contar con los mejores se pierde en la teórica gaseosa. Parece que se devalúa el oficio de la política para vestir el santo del cambio generacional y fabricar un tiempo nuevo en el que el patrimonio profesional de alguno de los líderes solo tiene mimbres de partido. La campaña del 28-A demuestra en toda su crudeza que la política es un oficio en sí mismo, lo que favorece el fichaje estrella con el que transmitir al votante un plus de confianza y preparación al que no se puede dar cobertura con listas electorales confeccionadas únicamente en el ámbito interno de las formaciones concurrentes.

De aquel fichaje de Garzón como número dos del PSOE al candidato cola Marcos de Quintos como telonero de Albert Rivera hay una larga lista de nombres que han contenido la desafección a la política. Manuel Pizarro, el hermano Gabilondo, los abogados del Estado, periodistas mil, el Jemad zapaterista de Podemos o los generales de Vox dan un empuje electoral a los líderes de hoy, temerosos de la mala imagen de la política a la que hemos contribuido unos medios deseosos de cobrarnos la influencia del cuarto poder. Pero en defensa de la verdad, esencia del periodismo libre, debemos glosar la honorabilidad de nuestros políticos y su vocación de servicio público.

Actualmente padecemos un exceso de propaganda y publicidad política que a veces invade el territorio de la ética al transformar en fake news el legítimo ataque al contrario. Desde el dóberman del pasado al vídeo de Epi y Blas del presente se incurre en la simplificación de la verdad hasta retorcerla como una mentira noticiosa que cobra vida en las redes sociales y las televisiones, radios y prensa.

Al mismo tiempo, la comunicación política suple con eficacia las carencias de los líderes, sobre todo cuando hablamos de tareas de Gobierno. Del Sánchez lloroso que defenestró el propio PSOE al actual presidente del Gobierno reencarnado en estadista mundial no hay más diferencia que el triunfo de la moción de censura y el acceso a los resortes del poder desde el BOE al CIS.

Iván Redondo, que también trabajó para el PP, es acusado de mercenario de la estrategia e ideólogo maquiavélico del tándem Moncloa-Ferraz. Pero en realidad Redondo cumple con su trabajo en busca del rodillo y la eficacia electoral como han hecho, hacen y harán todos los partidos, ostenten o no los privilegios y ventajas de la gobernanza. Es verdad que Rajoy nunca se fue con Viri en Falcon a un concierto de muiñeiras como han hecho Sánchez y Begoña en su viaje al Festival de Benicasim. Pero en realidad, cuando el ciudadano vote el 28-A se olvidará de aviones, tesis y másteres para pensar en las cosas de comer, la defensa de la Constitución y la unidad de España frente al desafío separatista, que es en definitiva el verdadero reto del presente futuro.

Observamos que apenas se habla de la nueva crisis económica que nos viene o la censura del Banco de España a los viernes electorales por decreto, pues todo se reduce a la superficialidad del lazo amarillo y otros debates colaterales. Seguramente el partido y líder que profundicen en el fondo y destierren la ligereza de la forma se llevarán las elecciones generales en las que España necesita acertar

Chascarrillos de precampaña

MARÍA SAN Gil era la gran tapada de Casado para Madrid. Si gobierna el PSOE, el lucense José Manuel Franco podría ser ministro. Si hay mayoría de derechas Suárez Illana aspira a la presidencia del Congreso. En el Senado peligra la mayoría del 155 si PP y Cs no suman candidatura única. A Sánchez se le puede volver en contra la purga en las listas andaluzas: no se descarta que los susanistas trabajen para que el PSOE saque menos en las generales que en las autonómicas. El entorno de los Cs Girauta, Rivera o Villegas ve en Marcos de Quinto un riesgo para el futuro del partido por el narcisismo del exvicepresidente de Coca Cola. También consideran el salto de Arrimadas una amenaza para el liderazgo de Rivera. A Casado le esperan con la escopeta cargada si no logra gobernar, de ahí que se haya blindado con un 80% de renovación de listas, igual que Sánchez. Vox puede estar en más de 50 escaños sin casi exponerse, con un Abascal camuflado en las redes mientras los demás le hacen la campaña. Y patinazo socialista al querer introducir en precampaña un recorte en las pensiones de viudedad e incapacidad.

A vueltas con las encuestas

HAY UNA ENORME inquietud en las sedes de los partidos por las encuestas que se van conociendo y los tracking diarios de partido. Los verdaderos problemas para que sumen las derechas están en las circunscripciones de menos de seis escaños y en la mayoría absoluta del Senado, llave del 155. Pero en las provincias y comunidades de mayor representación las cuentas van saliendo. En el PSOE han puesto sus esperanzas en la Comunidad de Madrid con Gabilondo, quien con su tono pausado de seminarista de puño y rosa no representa una amenaza sectaria para los madrileños. En el PP hay una apuesta personal de Casado por la compañera periodista Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad y por el abogado del Estado, Martínez Almeida, al Ayuntamiento. El equipo de Almeida dice que le salen las cuentas frente Carmena y toda la maraña podemita. Lo contaban en el desayuno del Casino de Madrid de esta semana donde el candidato popular acuñó la expresión "catalonazi" para describir el acoso separatista. Asistieron Suárez, Garrido, Escudero, Álvarez de Toledo, Catalá, Cosidó, Del Castillo, Marimar Blanco, Aguirre, Lacalle, Tamames y una valiente concejal socialista, que fue aplaudida.

Comentarios