Opinión

Los secretos de la moción

EN MONCLOA se barajó primero que a Iglesias no le respondiera Rajoy, después que fuera la vicepresidenta Sáenz de Santamaría la que diera la réplica. E incluso que Soraya respondiera a Irene Montero y Rajoy a Iglesias. Finalmente fue Rajoy el que cogió el toro por los cuernos, porque el marianismo se siente a gusto dando revolcones al podemismo más encendido y populista. Rajoy contestó a Irene Montero y a Iglesias con la debida atención, educación y protocolo, haciéndoles protagonistas negativos de su propia moción de emociones antisistema y anticasta. Discursos muy largos de Irene Montero y Pablo Iglesias destinados al escaparate mediático y en un intento de enfrentar la juventud a la madurez del establishment. Los debates parlamentarios «son agotadores y producen cansancio y desgaste» en palabras monclovitas. Pero al final los agotados parecían los autores de la moción que, en efecto, terminó siendo una sucesión de emociones descalificatorias elaboradas sobre el odio al sistema político español que cumple 40 años de democracia, libertad, justicia e igualdad.

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