Opinión

Medidas cautelarísimas

Del freno del TC al mensaje navideño del Rey. La Navidad se atraganta con el turrón que confunde la separación de poderes.
Sánchez interviene durante la sesión de control al Gobierno celebrada en el Congreso la semana pasada. EFE
photo_camera Sánchez interviene durante la sesión de control al Gobierno celebrada en el Congreso la semana pasada. EFE

Las medidas cautelarísimas (freno a la reforma exprés de Sánchez para controlar el TC) se establecen de forma provisional a instancias de una parte (recurso del PP) en atención a la concurrencia de urgencia o emergencia que requieren su inmediata adopción (tramitación parlamentaria ante la votación del Senado), incluso sin la audiencia de la parte contraria (grupos parlamentarios de PSOE y sus socios y Congreso y Senado), a fin de garantizar el resultado del proceso (evitar una reforma constitucional encubierta encajada con dos enmiendas dentro de la tramitación con la que se ha aprobado la derogación de la sedición y la reforma de la malversación). 

Dicho con mayor precisión: la decisión del Tribunal Constitucional corrige provisionalmente el desamparo de la parte recurrente (oposición) ante la introducción de dos enmiendas por las que se modificaba bajo cuerda el sistema de elección previsto en la Carta Magna y la llegada al Constitucional de dos candidatos nombrados por el CGPJ con los que invertir la mayoría constitucional en un Tribunal con miembros caducados. 

Ciertamente es enrevesado y susceptible de interpretaciones dispares: el Gobierno acusa al PP de bloquear la renovación del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional incumpliendo la Constitución. El PP y la oposición de centro derecha le recuerdan a Moncloa que se salta la Carta Magna para lograr el dominio del TC ante el pronunciamiento futuro sobre la constitucionalidad de leyes sensibles del PSOE, Podemos y sus socios de Legislatura. Sea como fuere, lo cierto es que el bloque conservador del TC obtuvo una victoria por 6 votos a 5 sobre el progresista, proporcionándole un triunfo momentáneo al Partido Popular dado que el Gobierno buscó de inmediato una tramitación más lenta como propuesta de ley que previsiblemente terminará sacando adelante pese a que la UE respalda la decisión del Constitucional. El asunto de fondo es que todas esas leyes impositivas sin consenso ni negociación que suponen cesiones al chantaje separatista tienen como objetivo perpetuar a Sánchez en la Moncloa puesto que se utilizan como moneda de cambio con la que mantener el apoyo de Podemos, IU-PCE, ERC y Bildu en una suerte de mayoría parlamentaria capaz de suprimir la sedición y rebajar el delito de malversación (corrupción) para favorecer los intereses electorales de los socios gubernamentales y del propio Partido Socialista. En la trastienda de esta batalla sin precedentes en la democracia española habita la renovación del Consejo General del Poder Judicial cuyas negociaciones trampa abortó in extremis Feijóo ante el engaño de la derogación de la sedición ocultada por el Gobierno al PP. 

Explicado esto, el concepto del binomio ‘medidas cuatelarísimas’ viene como anillo al dedo para describir el dique de contención contra una forma de hacer política que dista mucho del espíritu de concordia y limpieza que implantó la Transición española alumbrando la Constitución vigente del 78. Un sistema constitucional que el Rey tuvo que salir a defender en su discurso del 3 de octubre de 2017 como hiciera su padre Juan Carlos I en pleno golpe del 23-F. Una Constitución que no se puede sortear mediante trucos de baratija parlamentaria. Un marco constitucional presente en cada mensaje de Navidad de Felipe VI que garantiza nuestra monarquía parlamentaria como factor de estabilidad, moderación y transparencia del sistema político que los españoles votamos mayoritariamente para dejar atrás el franquismo, y que el monarca volvió a salvaguardar este 2022 de la división y el deterioro institucional. 

A partir de este momento, y dado que el bloque Frankenstein prepara la ecuación de mayorías para después de las próximas elecciones generales, la única posibilidad de medidas cautelarísimas ante el desacuerdo y la toma de las instituciones son las urnas y una votación responsable en conciencia de unos y otros con la que evitar esta escasez democrática que han traído el populismo y unos pactos hasta ahora impensables en democracia. 

Las medidas cautelarísmas consisten también en preservar la Jefatura del Estado con la que evitar un nuevo proceso constituyente de inspiración federalista republicana y garantizar la obtención de mayorías suficientes con las que gobernar España de forma responsable no temeraria. Medidas cautelarísimas que eviten la ingobernabilidad de un país fracturado, entregado a la desmemoria y a quienes quieren romper España (ERC) o son herederos políticos de Eta (Bildu). Medidas cautelarísimas, en definitiva, contra tentaciones de autocracia, rupturismo y la excarcelación de corruptos, golpistas o violadores. Medidas cautelarísimas contra la doble vara de medir y el abuso de la generosidad democrática tras la reconciliación de la Transición. Medidas cautelarísimas contra la desigualdad ante la ley y el dopaje de un Estado subvencionado. Medidas cautelarísimas contra el engaño de un pueblo bombardeado con propaganda electoralista a costa de los fondos UE. Medidas cautelarísimas contra el hostigamiento gubernamental permisivo hacia la Corona española usando al Rey emérito contra Felipe VI. Medidas cautelarísimas para proteger la democracia y garantizar el cumplimiento de la Constitución.

Sánchez, a por la reelección

Pedro Sánchez se enfrenta a un decisivo 2023. Y está demostrando que va «a por todas» sin ningún tipo de miramientos y rozando el descarrilamiento democrático. De momento, y pese al CIS a la carta de Tezanos, la mayoría de encuestas refleja una victoria del PP, que podría gobernar con la suma de Vox. Pero el desgaste de Sánchez tras los últimos acontecimientos que delatan la entrega de España a sus amistades peligrosas no es suficiente para que el centro derecha cante victoria. Los sondeos revelan que puede haber partido porque, aunque el PSOE pierda busca sumar con su macedonia de socios para poder gobernar, aunque Feijóo gane. Sánchez lo apuesta todo a la financiación electoral de los fondos Next Generation y a la paga subvencionada del voto. 

Y cuenta con la presidencia semestral de la UE en 2023, año de autos. Se espera una remodelación del Gobierno con la que coger impulso, y separar lo máximo posible los escándalos de la cita con las urnas. 

La prueba de fuego son las municipales y autonómicas de mayo, porque determinarán si hay debacle socialista o no.

Feijóo, a por la presidencia

Alberto Núñez Feijóo se enfrenta al año más decisivo de su liderazgo nacional. Se juega ser presidente del Gobierno nada menos o ser arrastrado por la habilidosa propaganda de Sánchez y sus socios. Contra eso Feijóo ofrece empaque presidencial y solvencia gestora. Pero a veces, la mera realidad no es suficiente para vencer y convencer. Es decir, no llega para asegurar una suficiente o contundente victoria electoral. Queda mucho, si no hay adelanto, para las elecciones generales de finales del 23, pero asistimos a una campaña continua que empezó tras el verano pasado y continúa con los comicios electorales y autonómicos. 

La gran baza de Feijóo es su marca personal, que tan buenos resultados le dio en Galicia. Pero a nivel nacional necesita al partido y movilizar todo el poder territorial del que sea capaz. Para grandes retos se necesitan grandes equipos, sumar y no equivocarse. 

De momento, Feijóo ha sabido capear los engaños de Sánchez y ha obtenido una gran victoria con el recurso del TC. Pero le van a colocar muchas trampas en el camino que debe saber leer y sortear.