Opinión

Operación naranja en La Moncloa

Semana política de infarto, pero clarificadora. El bipartidismo se abre paso en la selva antisistema populista
Isabel Díaz Ayuso. EFE
photo_camera Isabel Díaz Ayuso. EFE

Los españoles no salen de su asombro porque la ciudadana Arrimadas ha hecho saltar el tablero político y electoral por los aires tras el espejismo naranja que un día cruzó España en forma de arcoíris desde Cataluña a Andalucía. Primero se tuvo que ir Albert Rivera a hacer duetos con Malú por no lograr el sorpasso del PP. Después vino el fracaso catalán tras dilapidar la victoria de Cs en 2017 y perder 30 escaños en las últimas autonómicas. Y esta semana, la dulce Inés autorizó las mociones de censura en comunidad y Ayuntamiento de Murcia junto con un PSOE cuyo líder está imputado, siendo necesarios los votos de Podemos para las cuentas del poder.

Otro bandazo condenado al fracaso según se anunció, que ha motivado el adelanto electoral en Madrid para evitar el efecto dominó pues las mociones en cascada estaban preparadas para arrebatar el mayor número posible de gobiernos autonómicos al PP. En Madrid y Castilla y León, lo pactado entre los emisarios de Sánchez y Arrimadas —dicen fuentes innombrables— era que el PSOE presentara las mociones para que Cs pudiera aparentar respeto a esos acuerdos autonómicos de gobierno, aunque después se sumaría. En Andalucía, Juan Marín nunca estuvo por esa operación naranja diseñada en la Moncloa.

Pero nuestra Inés del alma mía no es la única actriz de esta película. El urdidor principal es Sánchez y su séquito de guionistas a sueldo que ya saben lo que es ascender a los cielos a través de una moción de censura. El objetivo siempre fue, ha sido y es Madrid, con el preámbulo de la pifia de Murcia como excusa para derribar a Ayuso y dar el jaque mate a Casado. La operación naranja Operación naranja en La Moncloa lleva tiempo en los despachos de la Moncloa y era el preámbulo de la voladura del centroderecha que preparaban los Redondo Boys para ir a unas generales a finales del 21 o en la primavera del 22, tal y como aquí se sugirió. Sin embargo, el equipo A de Arrimadas infravaloró la capacidad de reacción de Casado y Ayuso, y a sus propios diputados murcianos. A la presidenta madrileña se la ha venido maltratado política y mediáticamente en un intento de derribo permanente, incluida la escena de las banderas en Sol, cuando Sánchez presentó falsas credenciales de colaboración. Madrid ha sido el ariete de la oposición contra el zarandeo de la coalición socialcomunista que afea a los demás pactar con la etiquetada extrema derecha de Vox mientras pacta con la extrema izquierda de Podemos, los separatistas condenados y los herederos de ETA. Isabel Díaz Ayuso ha crecido como política, con sus defectos y virtudes, pero la izquierda no lo acepta en otra muestra más de talante democrático falsario.

El ataque permanente a Madrid hasta la aplicación de un 155 sanitario y la resistencia de Ayuso llevó a los fontaneros de la Moncloa y Ciudadanos a preparar el mortuorio de Casado y Ayuso sin reparar en que se podría volver en contra también en Murcia. Así que el 4 de mayo se verá si los madrileños quieren a Ayuso y si estábamos ante otro atajo más para alcanzar el poder negado por la aritmética de las urnas.

En los pasillos del Congreso alguna diputada constitucionalista llegó a definir off the record el abuso político de la moción como "puro gansterismo impropio de una democracia plena". Un golpe en la mesa de Sánchez y Arrimadas con el trasfondo de los pactos del separatismo en Cataluña y la presión constante del populismo podemita en el Gobierno central. El futuro pinta negro para Arrimadas, quien en una hipótesis pactista con el sanchismo siempre tiene cerca la amenaza podemita. Que Sánchez se saltara con sus pactos la raya roja de las promesas electorales pactando contra el insomnio con Iglesias y los separatistas se comprende dado el poco valor que le concede a la palabra dada. Pero que Arrimadas haya dado este peligroso paso de aproximación al día siguiente de que Podemos rechazara en Europa retirar la inmunidad a Puigdemont, cuando ese siempre había sido su caballo de batalla político y electoral, sólo se puede entender como puro instinto de supervivencia para evitar la desaparición de Ciudadanos. Junto a esa desintegración controlada por Redondo y el paseante de Miss Delcy, hay otra lectura que Sánchez sueña a diario sobre su colchón monclovita.

La operación naranja de la Moncloa no sólo estaba concebida para absorber a Ciudadanos y destruir la oposición del PP, sino que pretendía soltar amarras sanchistas con el socio podemita y apuntalar a Vox como oposición de extrema derecha en la prolongación electoralista de la foto de Colón. Sánchez necesita despegarse de su imagen radical, y este usar y tirar que ha hecho de Arrimadas pretende evitar la futura dependencia de Iglesias. La discreción placentera de los de Abascal es reveladora, pero aún es más elocuente el descoloque de Podemos, que siempre odió la competencia de Ciudadanos como réplica emergente de centro derecha a su comunismo bolivariano. Lo que pasa es que Casado y Ayuso han sabido leer la jugada y han apostado su futuro al adelanto electoral en Madrid. Si les sale bien, habrá partido en las próximas generales. Si sale mal, Sánchez reparará el daño a Arrimadas al tiempo que Iglesias y Abascal respirarán con alivio.

Anatomía del tsunami 


La funcionaria del registro de la Asamblea de Madrid estaba en un receso presencial pandémico. Algunos dicen que la mandaron a tomar café. Hasta que Ayuso firmó la disolución y convocatoria de elecciones nadie reparó en su ausencia. Pero de pronto se convirtió en la persona más buscada de España. El PSOE y Más Madrid querían registrar a toda prisa sus mociones de censura contra Ayuso, siempre después de la firma del decreto por parte de la presidenta madrileña. La izquierda política y mediática dio aire al embrollo judicial pese a que la cronología y validez del acto jurídico del adelanto electoral parecían claras a ojos de juristas prestigiosos. Tanto el decreto de Ayuso como las mociones estaban preparados con antelación dada la rapidez con la que actuaron. Sin embargo, tramitar las mociones fue posible porque en la mesa de la Asamblea de Madrid tienen mayoría PSOE y Ciudadanos, lo que prueba la planificada coincidencia de intereses en todo este tsunami político y electoral. Tribunales Dios mediante, el martes 4 de mayo es fecha de elecciones en Madrid.

El backstage de las emociones


El esperpento murciano de "sí, pero no" demuestra el lío en el que ha metido Sánchez a Arrimadas. Ciudadanos se ha dado un tiro en el pie en Murcia y Madrid. En Castilla y León, y Andalucía los líderes de Ciudadanos respetan lo firmado y la legislatura, aunque la moción del PSOE castellanoleonés apuesta por el voto tránsfuga de Ciudadanos. Hay especialmente buena relación entre Juan Marín y Juanma Moreno. Tanto Marín como Igea no secundan a Arrimadas, que vive en amarga soledad su liderazgo con enorme riesgo salvo que tenga garantizada una salida en el PSOE. Lo que puede estallar es Valencia, donde el actor Toni Cantó tiene predicamento ciudadano. Ha sido muy crítico y nadie descarta que en el futuro pudiera encabezar o estar en las listas del PP. Allí los populares tienen otra amenaza: Camps planea optar a la alcaldía de Valencia, resuelto su horizonte judicial, como independiente, aunque algunos lo ven en Vox. Y atención: Albert Rivera puede determinar la migración de dirigentes y militantes de Cs hacia el PP porque está en pleno desacuerdo con la maniobra de Arrimadas.

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