Opinión

Política de granito

El nacional separatismo necesita la invención de la malvada España para mantener vivo el desafío

ESPAÑA ES una nación de contrastes y contradicciones, llena de gente decente, pero con cierta representación de indecentes y aprovechados. Cuando sucede algo noticioso, enseguida se ve qué parte del país está en la decencia, quienes en la indecencia y cuales en el provecho político. El aniversario del 1-O se ha celebrado en nuestro país como si fueran los 40 años de la Constitución que ahora se cumplen. Constitucionalismo frente a desafío ilegal separatista. Mediática y políticamente se ha observado una pugna que ha estado más en el territorio de las fake news que en la verdad objetiva. Ha habido grupos de presión que se han dedicado a jalear las cargas policiales de hace un año sin poner el acento en los incidentes de las CDR de este 2018. Se ocultaron las agresiones de 2017 a las fuerzas de seguridad y algunos medios escondieron hasta donde les fue posible la agresión a un policía del pasado fin de semana. Y cuando Aznar comparó lo que ahora sucede con el golpe de 1934 enseguida salen los del provecho partidista con la palabra 'fascista' en la boca a desacreditar unos parecidos históricos demasiado alarmantes.

Como entonces, España vive unos hechos en los que confluyen los intereses del nacional separatismo con la ocupación del poder de la izquierda. Como entonces, hay unos resultados electorales no respetados sin buscar la solución democrática de las urnas, si bien la moción de censura es legal sumando una mayoría que coloca al PSOE en dependencia de amistades peligrosas. Como entonces se llama al golpe de Estado ‘"revolución" hasta proclamar una República Independiente de Cataluña que en el 34 se denominó Estado Federado Catalán. Como entonces, Cataluña encabeza la revuelta nacional. Y como entonces, una parte de la política española actúa con deslealtad a la nación para sacar provecho electoral. Seguramente la portavoz del Gobierno tiene razón: esto es de una apariencia de granito que asusta. Política de granito en sentido literal. Porque el granito es rocoso y pétreo, muy de caraduras de pedernal, magma volcánico de apego al territorio y estatus que ocupa.

Desde Madrid y desde Cataluña ha habido un efecto llamada constante a reproducir el escenario de tensión de hace un año. Solo que esta vez el objetivo era hacer pasar como mejor la situación con el Gobierno Sánchez que con Rajoy. Los ideólogos del sanchismo no se dan cuenta, o si, de que el separatismo no actúa con lógica ni decencia. Porque el nacional separatismo necesita la invención de la malvada España para mantener vivo el desafío. El granito es el nuevo combustible de un Ejecutivo que trata de sobrevivir a sus propios escándalos y contradicciones. Ignorar la gravedad del desafío separatista para sostenerse en Moncloa es en si mismo un acto poco patriótico y poco inteligente. La política de granito es directamente proporcional al riesgo de la caída; es una huida hacia adelante sin comprender que todo es susceptible de empeorar España. Política de granito en las dimisiones de ministros, los casos Delgado y Duque, el plagio de la tesis y otras miserias del poder. Política de granito que no comparte la mayoría de los españoles.

 

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