Opinión

Sexo, mentiras y cintas de vídeo

Proyección del sanchismo en la gran pantalla de la política. Gobernanza mediática para remontar en credibilidad
Sánchez, junto a dos jóvenes que cobran el SMI. EP
photo_camera Sánchez, junto a dos jóvenes que cobran el SMI. EP

La película de finales de los 80 del siglo pasado de Steven Soderbergh, ‘Sex, Lies and Videotape’, se convirtió en un largomentraje de culto cuyo título ilustra a la perfección el presente de España. Al stablishment sanchista no le gustan los vídeos de la liberación del violador del portal porque delatan la aberración de la ley del solo sí es sí. Prefiere enredarse en una performance de modificación legal con Podemos y sus socios dentro del contexto ferviente de la ideología de género socialista y podemita del 8-M, como cuando decían en censurable mentira oficial que no había covid y terminaron contagiadas las mujeres de Pedro y Pablo.

La liberación y rebajas penales de cientos de delincuentes sexuales que afecta por igual a agresores de mujeres y niños, junto con el gatillazo de la derogación de la sedición y la rebaja de la malversación frenada por el Supremo, constituye uno de los mayores hurtos a la igualdad en la historia del feminismo moderno y del derecho. El sexo como motivación, la mentira como explicación y las cintas de video para reforzar la propaganda.

La mentira emotiva del populismo en claro bulo de desinformación premeditada. La opinión pública y publicada ha cazado a Pedro Sánchez en numerosas mentiras desde el principio de su tiempo. Enumerar los renuncios llenaría tesis interminables con riesgo de plagio. Pero basta con empezar por la mentira del insomnio según la cual no le dejaría dormir pactar con quienes pactó, socios a los que ha favorecido con todo tipo de posturas obscenas desde el indulto al trato de favor penal que el Tribunal Supremo tilda nada menos de desprotección del Estado porque la reforma deja impunes futuros procesos secesionistas sin violencia tras la supresión del delito de sedición.

En su frenética obsesión por recuperar la iniciativa política y el favor de las encuestas, Sánchez se ha entregado a lo que el cine recreó como cintas de video. Con la tecnología de la modernidad y la creatividad maquiavélica de la tradicional publicidad encubierta, asistimos a la producción entusiasta de la factoría Moncloa Corporation.

Primero fueron aquellas gafas de sol en el Falcon a lo Kennedy: se quitó las gafas pero se dejó puesto el Falcon para actos de partido. A continuación el espectáculo del desenterramiento de Franco y su producción cinematográfica con helicóptero en el decorado del Valle de los Caídos. Después los aplausos de encargo no espontáneos del Consejo de Ministros entre el peloteo y la sumisión al regreso de una cumbre europea que ningún beneficio conocido ha reportado al bien común de los españoles.

Más tarde la productora monclovita se inventó un documental de adoración al líder que ninguna televisión ni plataforma quiere emitir, y cuyo rodaje bordea del indecoro institucional y la falta de transparencia pública. Más adelante Sánchez se fue a jugar a la petanca con unos militantes del PSOE a Coslada ocultando que eran socialistas. Y lo último es la promoción de la subida del Salario Mínimo Interprofesional en un cafelito en Parla con el familiar de un asesor de la Moncloa que pertenece a las juventudes socialistas. Realmente es todo glorioso, de chándal bolivariano, lo que recuerda demasiado al NO-DO franquista.

Una videoteca propia para aparentar contacto con la calle que no pisa y a la que ha dado la espalda. La calle que le silba por su insensibilidad política, su presidencialismo enfermizo y su gobernanza partidista para sólo la mitad de los españoles. La calle que se llena de protestas contra el protagonista galán de los videos, y que el sanchismo podemita contrarresta con el arma electoralista de la sanidad pública española, y en concreto madrileña, que pasa por ser una de las mejores del mundo. Todo un relato grotesco de las excelencias del régimen que asombran por su inventiva y capacidad para recrear un mundo virtual a su medida cuyo parecido con la realidad es pura coincidencia. El guión de la ficción oficial al servicio de ministerio de la verdad única socialcomunista.

El guión que cada año interpretan los del cine en la Gala de los Goya poniendo en la gran pantalla de la subvención la agitación coincidente con el discurso de la progresía política. Un esperpento que Sánchez convierte en serie cotidiana como proyección del estadista galáctico que ‘Leire’ dentro.

Pedro Sánchez y su séquito de asesores creativos han convertido la política española en un reality audiovisual dedicado en cuerpo y alma a la promoción del líder y toda su chiquillada societaria. A Pablo Iglesias le bastaron unos meses en el Gobierno para darse cuenta de que podía ejercer desde fuera la influencia del aparato mediático que Sánchez impone desde dentro, pero con menos desgaste y exposición.

Y en eso parece haber derivado la gobernanza del sanchismo podemita, en cintas de video acompañadas de mentiras y aberraciones sexuales desvirtuadas por la ley trans o una ideologizada ley del solo sí es sí que va a ser que no.

La cesta de la compra

El pueblo llano se pregunta dónde hace la compra Nadia Calviño, quien hace unos días dijo que "busca las ofertas y compra fruta de temporada comprobando que en aquellos productos en los que ha bajado el Iva han bajado los precios". Sin embargo, pese a la rebaja del Iva de los alimentos que no incluye ni pescado ni carne, la cesta de la compra se disparó en enero un 15,4 por ciento. Un dato que desmiente a Calviño, salvo que nos diga dónde compra y se pueda comprobar lo bien que van las medidas del Gobierno para abaratar el coste de la vida a los españoles. O sea, que de momento la rebaja de seis meses del Iva en los llamados alimentos de primera necesidad (5% al 0% y del 10% al 5% del aceite y la pasta) no se ha dejado sentir en el IPC del primer mes de 2023, que subió un 5,9 %mientras la inflación subyacente se sitúa en el 7,5 por ciento. El dato oficial del Instituto Nacional de Estadística no tiene en cuenta el súper donde compra la vicepresidenta económica, que además es señalada desde Bruselas por entorpecer la investigación de los fondos europeos. En definitiva, la tasa interanual ha aumentado un 15,4 por ciento, aunque nada sabe Nadia.

La demagogia del becario

"Estoy viendo becarios entre ustedes. Esta forma de abuso laboral va a acabarse". La autora de la frase en referencia del Consejo de Ministros es la otra vicepresidenta, Yolanda Díaz, que no compra en el mismo supermercado que Calviño pero comparte su visión demagógica de la realidad. El problema es que si un Gobierno se preocupa más por la propaganda y por agradar puede incurrir en contradicción manifiesta como le ocurre a la ministra gallega. Resulta que Díaz también tiene becarios "sin cobrar" en la Administración porque cientos de estudiantes hacen prácticas gratis en la Administración Pública en plena negociación con los agentes sociales para acordar el estatuto del becario. Es decir, que los becarios de la Administración trabajan en las mismas o parecidas condiciones de "abuso laboral" que Díaz se permitió censurar en su afán ideológico al presentar la subida a 1080 euros el Salario Mínimo Interprofesional. Es lo que tiene gobernar haciendo oposición, el discurso de ricos y pobres, de poderosos y desprotegidos. Ese discurso podemita de sumar y restar, de soplar y sorber que criminaliza a los empresarios que crean empleo.

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