Opinión

El tablero de ajedrez

NI PUTIN es Anatoli Karpov ni Biden es Bobby Fischer, pero ambos están librando un nuevo campeonato mundial geopolítico de ajedrez en el tablero de Ucrania. La caída de la Unión Soviética y del muro de Berlín transformó la Guerra Fría Este-Oeste en eso que se llama nuevo orden mundial de disputa hegemónica entre Oriente y Occidente, solo amenazado por el terrorismo islamista y la batalla energética. Aquella Guerra Fría que soplaba gélida procedente del Telón de Acero empezó a hacer aguas con lo que a priori parecía una necesidad de los tiempos y la historia: la Perestroika de Gorbachov. La apertura debilitó claramente a la URSS que, con las borracheras de Boris Yeltsin y las penurias económicas, terminó por ceder al embrujo capitalista, pero sin renunciar a sus fundamentos comunistas de férreo control político y económico.

En el tablero de ajedrez, Rusia optó por la apariencia de una democracia mientras un nostálgico zar llamado Vladimir Putin se perpetuaba en el poder, sembraba el terror entre la oposición y mantenía viva su naturaleza totalitaria procedente de la KGB y del horror comunista de las repúblicas socialistas soviéticas. Con los años, Rusia perdió la grandeza de los tiempos dorados de la revolución que originó la URSS y ahora Putin trata de recuperar la gloria del pasado con mano de hierro dentro y fuera del país. En todo ese juego de equilibrios, China le robó la cartera de la influencia internacional a Rusia, sobre todo por su pujanza económica. Y los países de radicalidad islamista hicieron valer la financiación del yihadismo y su bolsa de petróleo hasta que Occidente reclamó su parte en Irak bajo la inventiva de las armas de destrucción masiva. Como digo, los atentados del 11-S, también los de Madrid del 11-M, marcaron eso que los analistas repetimos con cierto desconocimiento de su verdadero significado: un nuevo orden mundial. Las guerras de los Balcanes o de Siria son otros elementos perturbadores de la paz y de ese abstracto orden mundial que ahora libra una nueva partida de ajedrez en Ucrania. Realmente el conflicto ya comenzó en 2014 con la invasión de Ucrania y la adhesión de Crimea a Rusia. Pero ahora cobra aspecto prebélico porque Ucrania es soberana para decidir si ingresa en la Otan y en la UE, lo que representa una amenaza real para los planes expansivos de Putin. El zar ruso no solo juega con el miedo a la repetición de una guerra en Europa, sino que usa sin contemplaciones el chantaje del gas dada la dependencia energética de la mayoría de los países de la UE, lo que también encarece el precio del petróleo,

En realidad, ese supuesto nuevo orden mundial viene a ser una recomposición del viejo orden, porque estamos otra vez ante los movimientos geoestratégicos de EE.UU. y Rusia por el dominio de un mundo global. Joe Biden defraudó en su primera gran decisión de calado internacional: la retirada de Afganistán. Y ahora trata de recuperar popularidad, consolidar la hegemonía estadounidense, garantizar el predominio de la Alianza Atlántica a costa de Europa y alimentar la industria armamentística con el conflicto de Ucrania. Cualquier sabio del Instituto Elcano o experto en política internacional puede decir que la situación es más profunda y compleja, pero básicamente esta puede ser una guía fácil para entender la partida de ajedrez que se disputa en Ucrania. Teniendo claro que ni Biden ni Putin son Fischer ni Karpov, el perfil bajo de Alemania por razones de diplomacia económica ha dejado el protagonismo europeo del eje franco-alemán a Macron con sus conversaciones estelares de esta semana. Viéndolas venir, Sánchez anticipó su posado de "teléfono rojo, volamos hacia Moscú" para capear el temporal del vacío humillante de Biden al dejarle fuera de las conversaciones sobre Ucrania. Pedro Sánchez pinta poco en esta partida que quiere jugar a toda costa, sobre todo porque ni Estados Unidos ni el núcleo duro de los Veintisiete se fían de sus socios de Gobierno en España, próximos al putinismo moscovita y todos sus derivados chinos, bolivarianos y musulmanes.

España ha mandado tropas y fragatas a la zona, como era su obligación. Pero esa competición de la coalición por el ‘No a la guerra’ demuestra no solo la hipocresía de sus principios pacifistas, sino una contradicción insalvable para la diplomacia internacional. Mientras Sánchez se camufla en la política de la Otan y de la UE, los socios que lo sostienen en Moncloa predican todo lo contrario. Sánchez, que evita rendir cuentas al Congreso, retrasó cuanto pudo informar al líder de la oposición mientras generaba dudas razonables en medio de una escalada prebélica. Por eso Pablo Casado tomó la iniciativa de llamarlo, para mostrarle apoyo al tiempo que le exigía explicaciones parlamentarias, unidad y coherencia dentro del Gobierno. El tablero de ajedrez ucraniano pone en jaque la paz internacional porque ni Biden ni Putin son Fischer ni Karpov. Pero desde luego el que no está en la partida es Sánchez porque solo concibe el juego ajedrecístico político y diplomático como un posado publicitario.

Píldoras de realidad

LA REVISTA Lecturas provocó otra crisis real. El paseo de Urdangarín cogido de la mano con una compañera de trabajo en Vitoria terminó en comunicado conjunto de separación de los exduques de Palma. Ahora se llama "interrupción de la relación matrimonial". La contrarreforma laboral que se vota el próximo jueves en el Congreso con las espadas en alto es la principal culpable de la creación de 840.000 empleos en 2021. Los socios más radicales del Gobierno, pese a que Díaz va ofreciendo a cambio un nuevo incremento del SMI, no están por la labor de sacarla adelante sin cambios. La CEOE y Ciudadanos no quieren mover una coma o, de lo contrario, se desmarcan. Y el PP se mantiene en no respaldar el cambio de una reforma laboral que genera empleo e impulsó los Ertes. El PSOE batió récord de recaudación fiscal y subida de impuestos en 2021 con 223.382 millones. Y Tezanos contra las cuerdas por su presunta malversación de la verdad demoscópica. El CIS da la victoria al PSOE en Castilla y León en contra de todas las encuestas, que dan ganador al PP. La campaña ya está en marcha, pero esta vez el ‘cocinado’ es imposible de explicar. 

Biden versus Trump

LA PROGRESÍA mediática y política que utilizaba contra Trump sus tendencias autoritarias hacia la prensa ha tenido un dilema con el último renuncio del presidente de EE.UU., el demócrata Joe Biden. En una rueda de prensa le preguntaron por la inflación y no le gustó ni un pelo. Sin percatarse de que el micrófono estaba abierto, lo cual no cambia la gravedad del exabrupto, dijo: "Estúpido hijo de puta". Naturalmente, a algunos medios les costó reconocer que en EE.UU. no hay grandes diferencias entre republicanos y demócratas a la hora de establecer políticas, pero también a la hora de tratar a la prensa. Por supuesto que Biden se disculpó después con el periodista de Fox News, cadena estadounidense de línea editorial de derechas que aupó a Trump al poder. Pero este es un borrón en el expediente de Biden y un jarro de agua fría sobre quienes identifican el cielo mediático y el infierno según los colores ideológicos. En España tampoco gustan algunos periodistas que se salen del redil oficial pero para eso están la libertad de prensa y las democracias, para garantizar la verdad.

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