Si no fuera porque es un asunto muy serio, decisivo para España y la igualdad entre españoles, lo de la amnistía es tan descabellado y grave que se presta por igual a interpretaciones delirantes entre el sarcasmo y la pérdida de la razón democrática y constitucional. La relación de amnistiados para que Sánchez sea presidente es más larga que la cola de desempleados fijos discontinuos con los que viceYoli maquilla las cifras del paro. El relato teatrero de la legión de adeptos fieles a la causa del sanchismo podemita, suma que suma, roza el ridículo de una forma tan obscena que, más que ofender la inteligencia de los españoles, retuerce cualquier esperanza de neutralidad y lógica a la hora de catalogar la amnistía y otros regalos a costa del bolsillo de los españoles como el perdón de 15.000 millones de deuda catalana. Las 7.000 empresas que huyeron de Cataluña desde el comienzo del procés unilateral se estarán preguntando a dónde vamos con estas alforjas repletas de inseguridad jurídica. Y en el Barça deben estar maquinando incluir a Laporta y Negreira en la lista de amnistiados para que pensemos que la compra de favores arbitrales jamás existió como nunca debieron existir los altercados de los CDR filoterroristas, la malversación de los indultados o la huida cobarde de los prófugos encabezados desde el maletero por Puigdemont.
Llegados a este punto sin retorno, no sería descabellado que Sánchez se incluyera a sí mismo en su ley de amnistía para facilitarle la convivencia cuando deje de ser presidente y pueda salir a la calle sin que le griten lo de «¡Que te vote Txapote!» o «Puigdemont a prisión». De hecho, el encierro inconstitucional de los españoles durante la pandemia también puede ser amnistiado, al igual que el asalto a las instituciones o los CIS cocinados con especias partidistas por el chef Tezanos. Del mismo modo, hay que amnistiar a Irene Montero y su troupe de igual-dá por su negligente ley de sí es sí que sirve para excarcelar a cientos de agresores sexuales y violadores. La amnistía solo puede beneficiar a personas de izquierdas o conversos de derechas como Junts, de igual forma que según Ábalos, alias Delcygate, interpreta que la violencia de los CDR es soberanía popular mientras que las protestas ante las sedes del PSOE contra la arbitrariedad de la amnistía son escraches ‘fascistas de extrema derecha’, jarabe democrático que no se debe permitir mediante cargas policiales. O sea, que Tsunami Democràtic (imputados Rovira y Puigdi) actuó de forma legítima promoviendo actos de violencia mientras que los españoles que protestan contra la amnistía no tienen derecho a hacerlo pacíficamente.
La subasta de concesiones no solo debe prevenir el procesamiento por la injerencia rusa en el procés, sino que debería alcanzar al mismísimo Putin. De hecho, si preguntamos a la parte más extremista del Gobierno, la amnistía ha de ser para la organización terrorista Hamás, pero no para el Estado judío de Israel. Todo por la amnistía y por la patria. Todo por Sánchez presidente. Todo por unos votos y por la humillación del Estado ante golpistas condenados y delincuentes huidos de la Justicia.