Opinión

Topar, un verbo para todo

Disertación sobre la palabra de moda, sobre su abuso y significado vacío. La invención del topaje nos domina
Una imagen de la Bolsa de Madrid. EFE
photo_camera Una imagen de la Bolsa de Madrid. EFE

SI NOS VAMOS a internet y tecleamos en Google o cualquier otro buscador "topaje", el único resultado que aparece por defecto es "dopaje", lo cual no parece muy descabellado si pensamos en los más de 22.000 millones recaudados por Hacienda en impuestos de la luz, el gas o los alimentos. Topaje es una palabra inexistente que cobró relevancia notoria con el topaje ibérico del gas, lo cual resultó un fiasco porque no ha contenido los precios de la energía. Si Putin supiera que es culpable del fracaso del topaje del gas en España seguro que le da un ataque de risa y desata la madre de todas las batallas de la postverdad en esta Europa confusa. Si la reina Isabel levantara la cabeza, es muy posible que topara el Brexit y todos esos escándalos de su reinado a cuyo lado resultan pequeños los errores de su primo Juan Carlos I, nuestro desterrado Rey emérito que acude como invitado a las honras fúnebres de Londres.

Ahora bien, si buscamos el verbo "topar", aparece su insulso y frío significado que es "chocar o tropezar con una cosa en movimiento que se halla en su camino", lo que tiene sentido si se trata de frenar la inflación de 10,5 por ciento y unos precios desorbitados que ponen muy difícil llegar a fin de mes. La electricidad suma subidas del 60 por ciento, los carburantes un 38 por ciento, la leche un 26 por ciento, la mantequilla casi un 22 por ciento y la harina y otros cereales casi un 40 por ciento. Un récord español solo al alcance de Putin, debido sobre todo a esos poderes ocultos de mantel, puro y conspiración que el presidente Sánchez siempre ubica en la derecha mediática y económica.

La estrategia consiste en identificar a los ricos con la derecha española ante los cuales Moncloa no va a ceder junto a sus socios radicales separatistas, republicanos y populistas transformados en los Robin Hood de los pobres, ciudadanos saqueados a impuestos.

En realidad, los asesores de Sánchez han dado con un filón semántico impagable que le permite hacer oposición a la oposición y capear las encuestas desfavorables y los debates perdidos para ganarlos con el CIS de Tezanos, que nunca computa los Ere pese a la ilegalidad probada por el Supremo. Así que el Gobierno de coalición ha emprendido una carrera de propaganda hacia adelante para escapar de la realidad política y económica que le deja en evidencia.

Verbigracia: Sánchez quería gravar la facturación de las energéticas pero la UE da la razón a Feijóo para gravar solo los beneficios. Lo cierto es que Moncloa está dispuesta a topar lo inimaginable con tal de culpar a PP, Vox y Ciudadanos de su propia responsabilidad gubernamental.

Por eso del topaje del gas hemos pasado al intento de topar la cesta de la compra y hasta las hipotecas variables, lo que el propio Ejecutivo considera ilegal. Realmente, si no fuera tan serio y dramático este esperpento no tiene precio, nunca mejor dicho, porque la situación se empieza a parecer al camarote de los hermanos Marx, incluidos los primos Karl, Engels y su manifiesto comunista. Dicho de otro modo, siempre con permiso del heredero del comunismo soviético Putin, la culpa de la economía política no es responsabilidad del gobernante de izquierdas, sino de ‘El capital’ conspirador de derechas.

Puestos a topar, la primera coalición de la democracia española solo se acuerda del topaje al CGPJ cuando hay que neutralizar el pronunciamiento del Tribunal Constitucional sobre sus leyes más polémicas, sobre todo la relativa al 25 por ciento del castellano en Cataluña. El sanchismo podemita es capaz de topar lo que se le ponga por delante, incluidas ciertas libertades como fue el caso del estado de alarma inconstitucional o la crítica monitorizada durante la pandemia con amenaza incluida a la prensa. De lo que se trata en realidad es de topar el ascenso de Feijóo en las encuestas: topar sus propuestas para que la sociedad votante no le perciba como la alternativa solvente a una gestión manifiestamente mejorable.

Por topar, los socios del Gobierno solo topan la corrupción del PP, pero se olvidan de los Ere que dieron lugar a la mayor condena de la democracia. Si se trata de topar, la Corona es un objetivo, marcándole al rey Felipe VI limitaciones republicanas mediante el uso constante del comportamiento errático de su padre. Se usó el topaje contra la sentencia del procés con la concesión de indultos en contra de la recomendación del Supremo, y se va a utilizar de nuevo con el indulto a Griñán. Por topar que no quede, de forma que se pone tope a la prisión de los etarras más sanguinarios acercándolos a cárceles de Euskadi para que reciban los beneficios de la política penitenciaria vasca. Sin duda, "topar" se ha convertido en un verbo para todo, seguramente porque el Gobierno sabe que los españoles preparan un topaje a las mentiras, la gestión, los viajes en Falcón y otras licencias en el presente periodo electoral abierto tras el verano del 22 que incluye las próximas municipales, autonómicas y generales. El cierre de 19.000 negocios en agosto, y los récords de paro e inflación determinarán el topaje en las urnas y la depuración de responsabilidades. Topar es un verbo para todo, pero no todo vale ante los españoles.

Una ministra en el metro

Pilar Llop, ministra de Justicia, dice que cuando viaja en metro y autobús escucha a la gente hablar del bloqueo en la renovación de CGPJ. No es que debamos dudar de la palabra de la expresidenta del Senado y posible candidata socialista al Ayuntamiento de Madrid, pero si el lector pregunta y pone el oído, en el transporte público de lo que se habla es de los precios, la inflación, el coste de la cesta de la compra, los recibos de la luz y del gas y otros asuntos terrenales que dificultan la vida diaria. No parece que una ministra sea asidua del metro-bus, aunque siendo tan poco conocida pudiera ser que Llop viaje en lo público con los guardaespaldas sin que la gente detecte su presencia. Pero sin duda, este argumentario de los relatores de la Moncloa, empeñados en escribirnos de qué debemos hablar hasta en el metro, el autobús y ese tranvía llamado deseo, huele a cuento de otoño y sabe a frustración del poder. Pilar Llop, que es una mujer amable y simpática, sabe que en el metro la gente que va a trabajar con mascarilla y resignación habla poco y piensa mucho.

La reina Isabel

El funeral de la reina Isabel II de Inglaterra contará entre sus invitados con los Reyes eméritos bajo la representación institucional del jefe del Estado, Felipe VI, y la reina Letizia (50). En los prolegómenos de la despedida cumbre de este lunes 19 de septiembre hemos asistido a una nueva campaña de desprestigio de la Corona, tomando como excusa la presencia de Juan Carlos I en Londres y la rabieta de la Moncloa y sus socios de gobierno por la invitación de la Casa Real británica. Sánchez se ha borrado del funeral de Estado, entre otras cosas porque la invitación es para la Jefatura del Estado. Pero ha callado ante los insultos de esos socios, que han llegado a llamar al emérito "delincuente fugado" (Pablo Echenique dixit), cuando no tiene causa penal alguna pendiente en España y su supuesta fuga se parece más a un "destierro" con firma, remite y matasellos del nostálgico y pretendido poder republicano. La Monarquía británica ha dado una lección de protocolo y democracia a todos estos aprendices de brujos que escupen bilis en vez de defender el bienestar común y la convivencia.

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