Opinión

¿Qué es un lío?

UN LÍO, según la vieja descripción, es una coliente de mal que va a palal al mal o a otro lío.


Esta sabia descripción podría muy bien aplicarse a la situación política actual. El lío en el que se esta enmarañando el PSOE esta adquiriendo, a medida que pasa el tiempo, las dimensiones de un agujero negro capaz de absorber cualquier atisbo de sentido común, amenazando con disolver a ese centenario partido hasta llevarlo a la irrelevancia política y a la frustración colectiva, cuando los ciudadanos que lo han votado ven estupefactos como los líderes se ponen a discutir qué bañador deben ponerse ante el inmenso Tsunami electoral que se avecina.


El terremoto submarino generado el sábado pasado en Ferraz va a generar ondas que, inevitablemente, van a llegar amplificadas, si no están llegando ya, a toda la periferia de consecuencias incalculables. Después de pasar por múltiples '‘líos'’ estamos a punto de llegar al ‘mal’.


Alguna reflexión creo que tendremos que hacer al respecto para que nos ayude a entender como hemos llegado aquí.


En primer lugar hay que constatar el fracaso absoluto del secretario general, ya que la principal tarea que debe de abordar desde el instante en que toma posesión del cargo es mantener unido al partido. Tarea nada fácil cuando se trata de un partido de izquierda guiado por ideas y no por intereses pero donde la unidad hay que mantenerla a toda costa. Me atrevería a decir que es más importante mantener al partido unido, aunque sea en la derrota electoral, que dividido aunque sea en la victoria.


En segundo lugar, al revisar los resultados electorales del PSOE, los analistas siempre mencionan el hecho de la presencia de Podemos como factor distorsionador de sus resultados. Da la impresión de que Podemos es como una enfermedad vírica tropical que ha afectado a cierta parte del electorado, que se ha extendido de una forma totalmente impredecible ya que no hay ni cura ni vacuna para detenerla.


A nadie en ese partido parece que le interese reconocer su torpeza al analizar la evolución del voto joven o la impresión de “caspa” ideológica que mostraban los gurús socialistas al analizar los resultados.


En tercer lugar ante el reiterado argumento de “apelar a las bases” es necesario aclarar que el PSOE ‘no es de los militantes’.

El PSOE es de todos los españoles. Incluso de los que no lo votan, ya que es el instrumento que utilizan para apoyar una opción política que se acerca a sus intereses.


No es de los militantes por una sencillísima razón, y es que el PSOE lo pagamos entre todos, lo votemos o no. Ni de broma sobreviviría únicamente con la cuota de sus militantes y sin las subvenciones estatales. Los militantes no tienen el papel de decidir asambleariamente sobre lo de todos, ya que los militantes solos representarían un numero de votos que situarían al PSOE en el ámbito extraparlamentario... y nada más.

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