Opinión

Se consolida el eje gallego-andaluz en el PP

La madrugada del 23 al 24 de febrero, se recordará como un momento clave en la historia del Partido Popular. Aquella noche los barones autonómicos se encerraron con Pablo Casado en la segunda planta del número 13 de la calle Génova de Madrid. Entraron en la sede nacional el miércoles por la tarde y no salieron hasta que el expresidente no "firmó su sentencia de muerte pasada la una de la mañana del jueves". El primer líder elegido tras un proceso de primarias fue apartado por un órgano inexistente formado por los jefes del partido en cada comunidad autónoma, quienes además encumbraban esa misma noche a uno de los suyos, Núñez Feijóo.

Lo que podía ser una forma de solucionar por la vía urgente una solución de emergencia absoluta, la intervención de los dirigentes territoriales para tomar el control del partido, ha ido tomando forma, constatándose como una realidad en el XX Congreso Nacional que ratificó al dirigente gallego al frente del PP. De un partido acostumbrado a un mando vertical en el que los varones raramente se convertían en versos libres, salvo excepciones puntuales y conocidas, a otro que pone el énfasis en el reparto territorial de cargos internos.

La importancia de los territorios también ha quedado en evidencia con la confección de la nueva dirección. Primero, porque se ha confirmado el "eje Galicia-Andalucía". Que el propio Feijóo avanzó en su discurso. Segundo, porque si antes las presencias y ausencias se medían por la influencia que tenían determinadas personas no necesariamente relacionadas con un territorio. Ahora todo se mide por la procedencia. La noticia del pasado 4 de febrero fue que Ayuso quedaba diluida en el primer núcleo de poder de Feijóo, pero eso no implica que Madrid quede fuera. El senador Pedro Rollán si estará en el Comité de Dirección. De hecho, de las cinco viceconsejerías, dos de ellas están dedicadas a los territorios.

Del diseño queda claro que Galicia manda, Andalucía gana y Madrid queda marginada, Murcia y Castilla y León, las otras dos comunidades donde el PP tiene poder institucional, no están ni se le espera. Feijóo consolida el eje gallego-andaluz en el reparto del nuevo poder y relega a un papel testimonial, al menos de momento a Díaz Ayuso. Es la lectura más evidente y más compartida entre los cuadros tras la configuración del equipo que en adelante se hará cargo del partido.

Según la reflexión final de uno de los veteranos : "Es tiempo para los adultos. Los jóvenes tuvieron su oportunidad y la tiraron por la borda". El caso es, que el nuevo presidente ya tiene equipo. Que tenga ideas y proyecto está por ver. Tras su proclamación pronunció un discurso con un tono más moderado que el empleado por su antecesor. Sin embargo, el todavía dirigente gallego, se ha estrenado en el cargo dando luz verde al primer gobierno autonómico de su partido con la ultraderecha. La incógnita es, si Núñez Feijóo llega con un liderazgo moderado a la sede de Génova o dirigirá al PP de los últimos tiempos. Fin de la cita.

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