Opinión

Mala noticia para la democracia

El día en que Alberto Núñez Feijóo fue confirmado como futuro presidente del PP, pasará a la historia porque la ultraderecha accedió por primera vez a un gobierno autonómico. Y lo hizo, precisamente, de la mano del partido que liderará en poco tiempo el actual presidente de Galicia. La confirmación de coalición en Castilla y León, además de la presidencia de las Cortes para Vox, fueron bendecidas por el futuro líder popular, pero suponen un shock para los aliados europeos reunidos en París el pasado día 11 para afrontar la crisis provocada por la invasión rusa en Ucrania.

El presidente del Partido Popular Europeo, Donald Tusk, calificó el pacto de "capitulación". En España, los principales rostros del PP, se ponen de perfil ante una decisión que marcará el futuro de la derecha a corto y medio plazo. El acuerdo alcanzado por Fernández Mañueco y García-Gallardo, implica que la ultraderecha presidirá por primera vez un parlamento autonómico, además de disponer de tres consejerías en el nuevo gobierno regional.

Habrá quien intente convencernos de que el actual presidente de Galicia no ha tenido nada que ver con esta decisión y que fue Pablo Casado, porque él aún no manda, y no lo hará hasta que "hablen los militantes" y decidan si respaldan al candidato, apoyado absolutamente por todos los barones. Lo venderán de mil maneras. No faltará quien les compre las falsedades. Pero la realidad es, que el nuevo presidente inpectore del PP se llama Alberto Núñez Feijóo y es quien ya manda en el partido. No desde hoy, cuando ya es oficialmente el único candidato. Tampoco desde la Junta Directiva Nacional. El político gallego "es el jefe" desde la noche del pasado 23 de febrero, en la que forzó a Pablo Casado a anunciar su dimisión, tras un golpe palaciego de todos los barones y coroneles del partido.

Es legítimo y democrático, pretender un cambio en la Constitución hacia un modelo más centralista, como plantea Vox cuando quiere acabar con el modelo autonómico. Igual que lo es defender una república en vez de una monarquía, un referéndum de autodeterminación que tampoco cabe en la Constitución. Pero la razón por la que el partido de Abascal no es como los demás, no es porque ponga en duda consensos constitucionales como también hacen otros grupos. Sino porque quiere dinamitar los pilares de esta Carta Magna y cualquier otro sistema democrático: Las libertades políticas más básicas, que Vox pone en serio riesgo cuando pide la ilegalización de partidos a los que votan millones de ciudadanos, o como cuando niega la legitimidad del Gobierno elegido por el Parlamento español donde reside la soberanía del pueblo.

La alianza de gobierno en Castilla y León, bendecida por Feijóo y no por Casado, es una mala noticia para la democracia española, criticada incluso por los socios europeos del PP, pero buena para "El Rey de los Chiringuitos". Fin de la cita.

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