Opinión

Homs

LO SUYO, lo del diputado Francesc Homs, sí que es querencia. Querencia al sitio, al escaño, y eso que era un escaño del Parlamento español, lo que debiera darle repelús a un independentista catalán como él. Pero qué va. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. El caso es que el diputado, pese a haber sido condenado a dejar su acta, siguió yendo al Congreso hasta que ya no le quedó más remedio que abandonar. Apego al puesto o pegamento al escaño. Y cara. Porque hay que ver como se exigen renuncias inmediatas cuando hay un imputado de otro partido, que podrá resultar condenado como él, pero también inocente, como tantas veces. Querencia. Ley del embudo. Lo que hay.

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