Opinión

Sans-culottes

AL POSTULARSE para presidente de Gobierno, Pablo Iglesias se puso una chaqueta sin corbata un día y el siguiente una corbata sin chaqueta y remangado. Pese a su esfuerzo y ante el espectáculo de podemitas y afines, uno se da cuenta de que los sans-culottes han llegado al Parlamento español, dos siglos largos después de su irrupción violenta y desarrapada en la revolución francesa. Seguro que los aludidos estarán orgullosos de esta comparación, pero también puede —y quizá deba— verse la similitud como una peligrosa y desagradable muestra de degradación del las instituciones y de la representativita popular. Porque, mal que les pese a algunos, no estamos en 1789.

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