Opinión

Censura a los medios

MONCLOA EN un intento de silenciar a periodistas incómodos para el ‘sanchismo’ y sus socios, impone la estrategia de no convocar a los medios más críticos con el Gobierno. Así, alegando problemas de aforo, descartó la presencia de una decena de ellos (El Mundo, Cope, Onda Cero, La Razón o el ABC, por citar algunos) en un briefing sobre el reparto de fondos europeos. Las líneas editoriales de estos medios son diversas, pero tienen en común rebelarse ante el relato que mana del poder. Su exclusión debería haber tenido una respuesta contundente por parte de los que sí fueron invitados, haciendo el vacío informativo, no por una cuestión de corporativismo, sino de defensa de la libertad de prensa.

A Sánchez cada vez le gustan más las declaraciones sin preguntas y despreciar a la prensa libre e independiente, lo que no es sino algo propio de regímenes totalitarios. ¡Qué cuajo estar más preocupado por el estado de las libertades en Polonia o Hungría que por ejercer la transparencia y la pluralidad informativa de la que tanto habla y que no practica! 

El gobierno socialista ha perfeccionado la ‘vetocracia’, el concepto introducido por Fukuyama en ‘El fin de la Historia’” que plantea la capacidad de los partidos políticos y otros actores para bloquear el funcionamiento de la democracia en función de la defensa de sus intereses particulares. 
No estamos ante un hecho aislado ni una novedad. Sánchez endurece la ‘mordaza’, como reflejo de cómo entiende el papel de los partidos políticos y de los medios en el funcionamiento de la democracia. Los vetos y censuras se usan para tapar abusos, arbitrariedades, caprichos y maniobras, todo lo cual enturbia la separación de poderes y debilita la calidad de la democracia que tenemos. 

Desafortunadamente, la libertad de expresión y de prensa, consagradas en nuestra Constitución y en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, no pueden darse por conquistadas y necesitan ser defendidas constantemente

Las maniobras del Gobierno buscan convertir en irrelevante el papel del periodismo y de los periodistas, negando que su misión primordial debe ser ejercer el control independiente del poder y proporcionar a los ciudadanos la información veraz, verificada y contrastada que necesitan para tomar sus decisiones libremente. La rendición de cuentas, esencial para que sobreviva la democracia, tiene como una de sus vías principales las ruedas de prensa con derecho a preguntas que, de no permitirse, convierte las comparecencias en pura propaganda. 

La imposición del silencio informativo no perjudica a los periodistas, sino a los ciudadanos, a los que se priva de conocer a fondo decisiones que pueden condicionar su vida presente y futura. Estos dejan de ser soberanos y pasan a ser siervos, a los que se puede engañar fácilmente con mentiras y bulos.

Desafortunadamente, la libertad de expresión y de prensa, consagradas en nuestra Constitución y en la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, no pueden darse por conquistadas y necesitan ser defendidas constantemente. Las intervenciones sin preguntas y la exclusión de periodistas, nos llevan a la conclusión de que esas libertades están en serio peligro en el país.

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