Opinión

Solo le pido a Dios…

SOLO LE pido a Dios que el dolor no me sea indiferente, que la reseca muerte no me encuentre vacío y solo sin haber hecho lo suficiente. […] Solo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente. Es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente".

Esta canción de León Gieco, versionada entre otros por Ana Belén, Antonio Flores, Miguel Ríos, Shakira, U2 y hasta Bruce Springsteen, me ha venido a la cabeza ante los horrores a los que asistimos todos los días. Aunque parece que nos hemos acostumbrado, hace más de un año y medio Rusia invadió Ucrania y desde entonces han muerto decenas de miles de personas. En África y Asia, en diferentes ‘guerras olvidadas’, se sigue matando ante la indiferencia de todos. Y ahora la espiral de violencia en Palestina e Israel, donde las víctimas no paran de crecer. En el lado israelí tenemos personas con familiares asesinados cuando asistían a un festival de música y otras con seres queridos secuestrados en paradero desconocido, con sus vidas dependiendo de la voluntad de sus infames captores. Al otro lado del muro, en Gaza, varios millones de personas sufren un infierno de fuego y muerte, la mayoría, culpables solo de haber nacido en el lugar equivocado.

Puede que la inmensa mayoría de nosotros bien poco podamos hacer por aliviar el sufrimiento que padecen esos seres humanos, pero hemos de esforzarnos, al menos, en no aceptarlo como algo habitual e inevitable.

Parece que hoy es muy necesario repetir la canción de Gieco, porque la guerra mata de muchas maneras, pero especialmente acaba con la sensibilidad de quienes la viven lejos a través de las noticias de televisión. La indiferencia nos hace insensibles y egoístas, porque, quizás sin darnos cuenta, solo nos interesa lo que nos afecta directamente, lo demás está muy lejos y es problema de otros.

Parece que nos resistimos a darnos cuenta de que la guerra siempre es una derrota en la que se paga un precio muy alto en vidas humanas. Es una derrota de la inteligencia humana frente a la brutalidad de la fuerza. Es una derrota de la capacidad de diálogo y la búsqueda de acuerdos.

También debería ser un tema clave el cómo enfrentamos la violencia de cada día, en las familias, en el trabajo, en las calles. La cuestión es cómo nos educamos unos a otros para la paz, para saber convivir, para crecer en tolerancia y respetar las diferencias. En una palabra, cómo vamos dando forma a una cultura de la paz, del diálogo y de búsqueda de acuerdos. Ciertamente en todo eso nos falta mucho por aprender.

Esta canción, que me hace recordar otra de Silvio Rodríguez que decía "seamos un tilín mejores y mucho menos egoístas", es una petición vigente que nos invita a crecer como seres humanos, con más empatía con el prójimo. Es un mensaje de amor, de esperanza, de ánimo para no darse por vencidos ante las circunstancias, un ejemplo de que podemos ser el cambio que el mundo necesita, un mensaje de paz en todos los sentidos, positivismo, alegría, caridad e ilusión. Este himno nos recuerda la importancia de evitar tener callo en los ojos y el corazón, y nos anima a intentar cambiar poco a poco nuestro entorno, evitando que la apatía se apodere de nosotros y nos haga insensibles e indiferentes al sufrimiento humano. No podemos olvidar que detrás de los números se encuentran seres humanos.

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