Opinión

Bens y O Marisquiño

Vigo merece políticos que sepan, al menos, que la primera lección del gobernante es asumir la responsabilidad inherente a la acción de gobierno

EL 10 de setiembre de 1996 amaneció soleado en A Coruña, pero sobre las 10 de la mañana un manto de tristeza cubrió aquel día alegre cuando se desplomó el vertedero de Bens y 200.000 toneladas de basura cayeron sobre el poblado de O Portiño.

Gobernaba Francisco Vázquez que asumió sus responsabilidades por la esperada caída de la escombrera, que era consecuencia lógica de una larga mala gestión de los residuos. Se puso al frente del ‘gabinete de crisis’, primero para buscar al coruñés, la única víctima, sepultado bajo los escombros,  y para promover después un plan de ayuda e indemnización a los afectados.

El alcalde lideró la reacción de su ciudad que sacó músculo del desastre para convertir  aquella catástrofe en una oportunidad. Allí nació la planta de reciclaje de Nostián —un modelo ambicioso no del todo eficiente— y la transformación del vertedero en un hermoso parque verde de 600.000 metros cuadrados, orgullo de los coruñeses.

En Vigo en la madrugada del día 13 de julio se desplomó un trozo del paseo marítimo en el concierto de O Marisquiño. No hubo muertes porque dios, el destino o la suerte, según las creencias de cada cual, estuvieron al lado de los miles de jóvenes participantes, pero los 377 heridos se llevaron un susto que  les acompañará toda su vida.  

Tres semanas después el alcalde y el presidente de la Autoridad Portuaria continúan buscando informes, discutiendo de competencias, de inspecciones técnicas y de falta de controles de la estructura de hormigón rota, cuyo mal estado fuera denunciado por la portavoz popular tres días antes del festival. El objetivo político de ambos es culparse mutuamente sin asumir responsabilidades por un desastre que pudo causar una inmensa tragedia.

Es asombroso que el concello dejara desamparados a los heridos hasta hoy que tiene a bien abrir la oficina de información y asesoramiento a las víctimas. Como asombroso es que tenga a los vigueses desinformados hasta el pleno convocado para el día 7.

Presiento que los jóvenes heridos y su padres están indignados y los vigueses —y los gallegos— abochornados, como se sentía el presidente de la Xunta que, con poco éxito,  exigió explicaciones ‘sin ocultar nada’ al alcalde y a la Autoridad Portuaria.

Vigo, una ciudad de primera, merece políticos que sepan, al menos, que la primera lección del gobernante es asumir la responsabilidad inherente a la acción de gobierno. Como demostró saber Paco Vázquez en la gestión de la crisis de Bens. 

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