Opinión

La comisión de las cajas

En 2013 se constituyó la comisión de investigación sobre las cajas de ahorro en el Parlamento gallego y sus señorías tuvieron a su disposición 30.000 folios para consultar e interrogaron a 43 comparecientes, entre ellos los máximos dirigentes y presidentes Feijóo y Touriño, para conocer qué había pasado en las dos entidades del sistema financiero gallego. Fue clamorosa la ausencia del gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez, que se limitó a contestar un cuestionario.

La documentación, las comparecencias y los debates posteriores no sirvieron para dirimir responsabilidades y esclarecer al pueblo gallego la desaparición de las cajas, tan arraigadas en Galicia, y la comisión se cerró sin conclusión alguna, fue inútil. Bueno, sirvió para que el Gobierno y la oposición se zurraran dialécticamente y para que los diputados comisionados cobraran sus dietas.

Ahora, los grupos parlamentarios gallegos acordaron recuperar aquella comisión que lleva años hibernada. Claramente son víctimas del síndrome del retrovisor, descrito por McLuhan, que padecen los conductores que miran más al sitio de dónde proceden —el pasado que ya no existe—, que al lugar a donde se dirigen, que es el futuro.

Si los diputados creen que la desaparición de las cajas hace siete años es ahora la preocupación del pueblo gallego deben hacérselo mirar.

Entonces los gallegos asumieron aquel desastre confundidos y resignados y ahora les preocupa vencer la pandemia y la recuperación de la economía. La pérdida de las cajas es agua pasada.

Por eso, sus señorías deberían dedicar sus esfuerzos a la reactivación económica, a implementar políticas activas de empleo, a seguir apoyando a empresas y autónomos, a combatir la pobreza y la exclusión… Y a fomentar relaciones de confianza con Abanca, la entidad sucesora, para que impulse con su actividad bancaria el tejido productivo, evite la exclusión financiera de la Galicia rural y mantenga una actividad social que continúe, de alguna forma, la Obra Social de las cajas centenarias desaparecidas.

Pero si los diputados se empeñan en saber qué pasó con las cajas gallegas, convoquen de nuevo al entonces gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez, que no vendrá, y llamen a sus colegas políticos del PP, del PSOE, del BNG y a los sindicalistas que entonces estaban sentados en los órganos de gobierno de aquellas entidades; ellos saben cómo fueron dinamitadas.

O den como bueno el acertado diagnóstico de Iglesias Corral: "Aquí pasó lo que pasó". 

Reabrir ahora la comisión de 2013 convertirá aquel problema en un espectáculo retórico.

Comentarios