Opinión

El caballo de Calígula

Por tanto, para desempeñar con solvencia un cargo público no es suficiente la lealtad al que manda

LOS CRITERIOS de selección de los políticos para las listas electorales son un secreto que los partidos guardan bajo muchas llaves y nunca dan explicaciones a los ciudadanos que, con el sistema de listas cerradas, no tienen otra alternativa que "o lo tomas o lo dejas".

Uno de los pocos trabajos que aporta algo de luz sobre esa decisión partidaria es el titulado Elites Políticas en España realizado por el CIS en colaboración con investigadores de la Universidad Pablo Olavide entre los años 2009 y 2011 en el que participaron 580 parlamentarios nacionales y autonómicos de un total de 1.818.

El 77,7 por cien de estos "padres de las patrias hispanas" consultados dicen que fueron en las listas porque "me lo ofrecieron", oferta hecha por un mando del partido o por alguno de sus órganos. Cuando se les pregunta "¿por qué cree que le ofrecieron ir en la lista?", señalan como razones, por este orden, la lealtad, la dedicación, la experiencia y conocimiento de los problemas.

Releo este trabajo del CIS a propósito de la polémica que creó una eurodiputada gallega con la pregunta que formuló a la Comisión de Sanidad del Parlamento Europeo que sembraba dudas sobre la eficacia de las vacunas, asunto tan delicado y sensible como estudiado y validado por los científicos.

La pregunta fue calificada de irresponsable y, descartando la mala fe, acredita también su ignorancia y bisoñez porque antes de intervenir en el Parlamento Europeo —y en cualquier otra tribuna— hay que estudiar el tema, documentarse y asesorarse. Sobre todo cuando estás representando a un pueblo, en este caso a Galicia.

Al margen de los líos entre la eurodiputada y las siglas que la designaron —allá ellos—, la lección de este y otros episodios parecidos es que hay que exigir a los partidos que dignifiquen el ejercicio de la política para erradicar la idea instalada en la sociedad que "para político sirve cualquiera".

El oficio de político requiere formación y experiencia profesional. No se puede encomendar la representación ciudadana y menos la gestión de presupuestos millonarios a personas poco leídas, que no trabajaron o son incapaces de administrar su comunidad de vecinos. Sobran ejemplos.

Por tanto, para desempeñar con solvencia un cargo público no es suficiente la lealtad al que manda. Eso fue lo que premió Calígula cuando nombró senador a su caballo por lo bien que le había servido en Hispania. El caballo no estaba obligado a más, el político sí.

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