Traigo hoy a este comentario dos ejemplos de mentiras descaradas de dos ministros que parecían los más rigurosos del Gobierno, pero la mentira también forma parte de su condición política de manera especial en campaña electoral cuando hacen afirmaciones que contradicen hechos contrastados.
Mintió sin pestañear la vicepresidenta Calviño negando los pactos del Gobierno con Bildu. "No tenemos ningún pacto con ese partido…, nuestra posición es diametralmente opuesta…". Negó la evidencia del acuerdo gubernamental estable y sólido con estos radicales que, en palabras de Iglesias, "están en la dirección del Estado". Eso acredita su apoyo a los presupuestos –pactos por presupuestos, dijo Otegui–, la capitalización de las Leyes de Vivienda y Memoria Democrática y más apoyos a cambio de numerosas cesiones del Ejecutivo.
Sin entrar en lo legal, lo ético y lo decente de esos pactos, ¿cómo explicar que Calviño cultive la posverdad y olvide los hechos objetivos, la realidad que, dice Philip K. Dick, "sigue existiendo aunque la niegues"? ¿Aplicará la negación de los hechos en la dirección de la economía española?. Ahí lo dejo.
La segunda mentira es del ministro Escrivá que en la sesión de control del día 10 negó el colapso de la Seguridad Social. Un Escrivá enfurecido y muy seguro de sus ineficiencias ¡negó la existencia de "la cita previa"! para ser atendidos, que calificó como un bulo de la derecha y acusó de mentir al diputado que le preguntaba. Los defensores del pueblo de todo el país sostienen que la cita previa es un "calvario" para el ciudadano que, además, activó la picaresca con la "venta de citas" a gente que no puede conseguirlas.
Escrivá desactivó una huelga con importantes cesiones a los funcionarios. ¿Conseguirá que la Seguridad recupere la buena la atención, que es un derecho ciudadano, para resolver asuntos de pensiones, invalidez, contratos de empleadas/os del hogar y otros trámites? Es inadmisible que la Administración cueste cada día más dinero y preste el peor servicio al administrado.
En La revancha de los poderosos escribe Moisés Naín sobre el uso estratégico de la confusión y de la mentira falsificando los hechos. Es una de las formas que los políticos tienen para complacer a sus jefes y mantenerse en el poder.
Mienten como bellacos, sentencia un dicho popular. Calviño y Escrivá recuerdan los "hechos alternativos" de la consejera de Tump, Kellianne Conway. Pero mentiras como estas les desacreditan y decepcionan a quienes los tenían como dos ministros solventes. Los ciudadanos son más listos de lo que ellos piensan.