Opinión

Pobres, titulados e ignorantes

El periodista José María García utilizaba la expresión ‘ojo al dato’ para resaltar la importancia de la información que lanzaba a las ondas, una frase mítica que traigo a este comentario para destacar dos noticias que determinan nuestro presente y el futuro del país.   

La primera, —el presente—, es el dato de la inflación del el 9,8. Significa que nuestros ahorros y sueldos mermaron en ese porcentaje sin que hayamos perdido el dinero en una timba. El Plan de Choque es como una tirita para cortar una hemorragia y la prueba de que el Gobierno, desbordado, alcanzó el nivel de incompetencia en la gestión de la crisis, ejemplo de libro del Principio de Peter. 

La segunda noticia —el futuro— es la reforma de la ESO que coló el Gobierno en el mismo Consejo de Ministros. Desaparecen las calificaciones numéricas, los exámenes de recuperación y los alumnos pasarán de curso con varios suspensos cuando así lo decida el claustro de profesores (¡menudo marrón a los docentes!). La disciplina y el hábito de estudio, que representan el esfuerzo para el aprendizaje y el desarrollo personal, ya no cotizan. 

Por si fuera poco, la reforma pega un hachazo mutilador al estudio de la Historia y liquida la Filosofía, los saberes que dotan a los alumnos de capacidad y pensamiento crítico para desenvolverse en una realidad política y social muy compleja. ¿Para qué han de estudiar el pensamiento de Sócrates, Platón, Aristóteles, Descartes o Kant, si lo que interesa al Gobierno es "que el alumno no piense"? 

A cambio, cursarán ‘Valores Cívicos’ que los docentes bautizaron como ‘catecismo laico’ 
—es decir, adoctrinamiento en vena—, cultura gitana, resistencia a la opresión, los animales ‘seres sintientes’, la justicia universal o matemáticas con perspectiva de género.  

¿Consecuencias? La Lomloe iguala a los escolares por lo bajo, todos saldrán de las aulas titulados, pero con pocos conocimientos. Después, los hijos de las familias modestas llegarán al mercado laboral como mano de obra barata, mientras los hijos de los ricos suplirán sus carencias con masters que pueden pagar sus padres. Se han cargado la igualdad de oportunidades que posibilitaba que los hijos de familias humildes ascendieran socialmente. 

‘¡Ojo al dato!’, todos somos más pobres y los escolares más ignorantes. Un desastre que tiene culpables incompetentes en la gestión de la economía e irresponsables en el deterioro de la formación, que aborrega a los estudiantes y atenta contra el país que   depende de la educación de calidad. Pero el futuro de España parece no importar a los dirigentes.

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