Opinión

Prensa y violencia de género

NO ME ATREVO a decir que los medios de comunicación sean ‘el cuarto poder’, pero sí que tienen tanta fuerza que crean, refuerzan y modifican la opinión y el pensamiento político, económico y social de las personas y de la sociedad en su conjunto.

También conforman opinión cuando informan de la violencia de género, cuya expresión más cruel y dramática son los casos de muerte que este año conmocionaron a la sociedad en 53 ocasiones, 5 en Galicia.

Pero el papel de los medios no puede quedar reducido a la publicación fría de la información del hecho violento, como si fuera un suceso más, tienen otra función que cumplir. Por eso, la Asociación de Periodistas de Galicia (APG) organizó, con la Secretaría de Igualdade de la Xunta, las jornadas ‘Medios de comunicación e igualdade, unha mirada crítica ao tratamento da violencia machista’.

Las jornadas fueron programadas para debatir y clarificar ese papel de los medios y del lenguaje periodístico en el tratamiento de los casos de violencia y en la construcción de una sociedad más justa con igualdad plena de derechos de las mujeres en los ámbitos doméstico, laboral y social.

Por esa tribuna desfilaron periodistas gallegos y nacionales, profesoras de las universidades, miembros de la judicatura y la administración y todos señalaron la importancia de que los medios empleen buenas prácticas en el tratamiento de la información sobre la violencia para que, al tiempo que informan, también creen una conciencia social sobre la necesidad de extirpar esta lacra.

Esas son dos de sus viejas funciones: informar y formar, moldeando a la sociedad en contra la violencia en cualquiera de sus manifestaciones y en la lucha por la igualdad, resaltando la aportación de las mujeres en todos los espacios de la sociedad.

Hay otras formas de violencia que no conocen los medios y, por tanto, no llegan a la opinión pública, como son la marginación, el acoso, el insulto o el control que sufren muchas mujeres en soledad y silencio. A veces ni siquiera cuentan con la comprensión y apoyo de las personas más cercanas.

Por todo esto, estamos ante un problema grave que necesita de una actuación en tres niveles: prevenir, proteger y castigar. Primero, prevenir con la educación en la familia, en la enseñanza y en todos los ámbitos sociales. Segundo, proteger a las mujeres maltratadas con atención, ayuda económica y acogida hasta su recuperación integral. Por último, perseguir y aislar al maltratador con la fuerza de la justicia. La violencia de género no es de derechas, ni de izquierdas. Es una cuestión de Estado que nos interpela a todos.

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