Opinión

Revolución en directo

Cuando don Antonio Eiras Roel explicaba con claridad singular las revoluciones de la Edad Moderna en la Facultad de Letras de la USC, sus alumnos nunca imaginamos vivir en directo una insurrección como la que armaron los políticos catalanes en setiembre y octubre proclamando su república.

El profesor Eiras definiría lo ocurrido en aquella comunidad como una revuelta del nacionalismo patrocinado por la burguesía financiera y empresarial, que creyó llegado el día de separar a Cataluña de la España que nos roba y romper con la solidaridad de las regiones más ricas con las más pobres para la cohesión del Estado.

"El independentismo catalán es como una rebelión de los ricos contra los pobres", dice Stanley G. Payne. El historiador añade que se trata de "un fanatismo político excluyente, un proyecto de las élites políticas que han creado el mito de las bondades de una Cataluña independiente". En esta línea la revista satírica Charlie Hebdo se preguntaba en un editorial reciente "de qué destino trágico quieren liberarse los catalanes... Cataluña busca la independencia porque ya no quiere soltar dinero a las otras regiones españolas menos ricas que ella".

A esa burguesía poderosa y acomodada le faltó prever un pequeño detalle: que quienes les gobernaban eran unos políticos mediocres que, para conservar el poder, pactaron con los anti sistema que quieren destruirlos y ahora ellos mismos son víctimas de su revolución que espanta inversiones y empresas, destruye el tejido económico, la convivencia social y la imagen de Cataluña como país emprendedor y solvente.

Pero no hay culpa sin dos dueños para explicar lo que está pasando. El país tiene este problema —y algunos otros— porque PP y PSOE, en lugar de pactar entre ellos las cuestiones de Estado, se entregaron al nacionalismo que vendió caro sus apoyos al gobierno de turno exigiendo competencias, incluso de materias sensibles, y que se mirara para otro lado cuando se descubrían corrupciones, como el caso de Banca Catalana. Esa falta de entendimiento entre ellos explica también otras decisiones político-económicas, como el cuponazo vasco a cambio de los cinco votos del PNV a los Presupuestos.

De aquellos polvos vienen los delirios secesionistas y otros lodos. Con todo, no es fácil entender el apoyo de nacionalistas y populistas gallegos al independentismo burgués catalán que Nicolás Sartorius califica de reaccionario e insolidario.

También con Galicia.

Comentarios