Opinión

Siniestrosis

Hace unos años los franceses estaban sumidos en un pesimismo radical que llamaban "siniestrosis" porque sus asuntos políticos, económicos y sociales iban mal y pensaban que irían a peor por el debi­litamiento del Estado, la pérdida de la ‘grandeur’ y por el poco peso político de Francia en Europa y en el concierto internacional.

Tres décadas después, aquel pesimismo de los vecinos del norte recorre España como un vendaval por el cúmulo de concesiones al independentismo catalán que encabeza la amnistía, una afrenta y humillación que los españoles no pueden digerir.

Sin entrar en detalles conocidos, tras el pacto con ERC —a saber cuáles serán las concesiones a Junts y al PNV— serán amnistiados el delincuente Puigdemont y sus compinches por los hechos de setiembre y octubre de 2017. Quedarán libres de delitos después de violar la Constitución, el Estatut, malversar fondos
públicos, convulsionar a la sociedad catalana…

De la amnistía se beneficiarán también los integrantes de los CDR y Tsunami Democrátic, investigados por terrorismo, que lanzaron vallas a la Policía, rompieron escaparates, saquearon comercios e incendiaron las calles. La guinda económica es la quita de 15.000 millones de la deuda al Fondo de Liquidez Autonómica y otros sablazos dinerarios que pagaremos todos.

La amnistía y demás concesiones son un rejón de muerte al Estado de Derecho. Acaban con la separación de poderes —hablan de desjudicializar la política y están politizando la justicia— y con la igualdad entre todos los españoles. Es muy fuerte ver legalizar la impunidad de estos políticos y agitadores callejeros, que se diga que no pasó nada de lo que vimos que pasó y que entreguen la gobernanza de España a los que quieren destruirla. Como es insoportable que intenten camuflar los pactos invocando "el bien de España y a la convivencia en Cataluña" cuando se trata de compra de votos para la investidura.

A la mayoría de los españoles se les atraganta que el presidente del Gobierno en funciones y el partido que lo apoya humillen a España claudicando ante unos delincuentes que están orgullosos del delito que cometieron y dicen que lo volverán hacer. Por tanto, sobran razones para tanta «siniestrosis» porque podemos estar ante el fin de nuestra democracia.

"Veremos fotos peores"2 que la de Santos Cerdán rendido a ante el delincuente Puigdemont, dijo el presidente García Page. El final lo escribió Cicerón: "Cuanto más absurdas son las leyes de una nación (como esta ley de amnistía) más cerca está su caída". Es para estar deprimidos e indignados.

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