Opinión

Un ministro en Barajas

Las explicaciones del ministro Ábalos sobre su encuentro con la vicepresidenta venezolana en Barajas son una colección de mentiras y los apoyos posteriores del presidente y miembros del Gobierno resultan fantasiosos. 

Probablemente nunca se conocerá la verdad de esta visita: a qué vino la señora Delcy Rodríguez, responsable de la represora policía política, y con la invitación o el visto bueno de quien. Sí sabemos que en la gestión de este chusco episodio todos, además de mentir, hicieron el mayor ridículo de comunicación desde el terrible atentado de Atocha en 2004, gobernando Aznar. 

Pero más allá de las mentiras de Ábalos, del cambio de la política del Gobierno hacia el régimen venezolano —permitió contraprogramar la venida de Guaidó, recibido por mandatarios europeos y ninguneado por Sánchez— y de la perplejidad de las cancillerías europeas y USA, resulta incomprensible que un Gobierno progresista ‘blanquee’ la dictadura de Maduro que tiene la economía destrozada, la población empobrecida y causó la huida de millones de venezolanos, muchos de origen gallego. 

«La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos», decía Don Quijote

Más grave aún que los destrozos económicos y sociales es la violación de los derechos de los ciudadanos que denunció la alta comisionada de la Onu para los Derechos Humanos: persecución de disidentes, encarcelamientos, torturas y muerte. Represión que conoce todo el mundo menos Zapatero que, en su ingenuidad, aún cree en el diálogo con la cúpula de aquella narco dictadura a la que saludaba el sábado radiante felicidad.  
Volviendo a Ábalos, si un ministro del PP o de Ciudadanos recibiera de esta guisa a un vicepresidente de Pinochet o de Videla se organizaría la universal y con razón porque todas las dictaduras son igual de deleznables. Aunque para algunos son malas las de derechas y buenas las de izquierdas que incluso quieren imitar. 

Como Pablo Iglesias que dijo (está en la red): «Me emociona escuchar al comandante (Chávez), se le echa mucho de menos. ¡Cuántas verdades nos ha dicho este hombre!». El vicepresidente tiene tantos tics bolivarianos que puede contagiar al Gobierno y si tuviera poder como tiene querencias seguro que implantaría el modelo chavista en España. 

«La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos», decía Don Quijote. Esa libertad «por la que se debe aventurar la vida» conquistada por España es la garantía de la democracia de calidad que disfrutamos, que está a años luz del ‘socialismo del siglo XXI’ que, además de reprimir, empobrece como saben los gallegos retornados. ¿A qué juega el Gobierno de España?