Opinión

¡No, gracias, muchas gracias!

HE LEÍDO que la Corporación Municipal ha decidido por unanimidad nombrar a Sabino Torres, recientemente fallecido, Hijo Predilecto de Pontevedra. Yo no sé si existe alguna norma o decreto, bien sea expreso o consuetudinario, que impida a las administraciones conceder honores en vida, es decir, cuando los homenajeados tengan pecho para colgarles la medalla y piernas para subir al escenario y escuchar los elogios y sentir los aplausos. 

Algo así, supongo yo que diría Sabino porque era partidario de los homenajes en vida, cuando el homenajeado pueda disfrutarlos. Los homenajes a los muertos tienen otro nombre: se llaman funerales, y de eso tampoco era muy partidario Sabino

Si existe esa norma y los trabajadores tienen derecho a no estar de acuerdo con la reforma laboral y los controladores aéreos a hacer huelga en Navidad, yo también tengo derecho a no estar de acuerdo de que se concedan honores a quienes antes tengan que pagar el inexcusable tributo de morirse. Porque estoy seguro de que cuando Sabino se entere, se pondrá a recitar la escena octava del acto segundo de la obra de Rostand, Cyrano de Bergerac, donde le dice Lebret que si reprimiera su espíritu tendría gloria y dinero; y Cyrano responde: "¿Y a qué precio lo alcanzara? ¿De qué medios me valdría?Di, ¿Buscando un protector y medrando a su favor, ¿yo así medrar? ¡No gracias! ¿Yo por astucia elevarme, de mi ingenio no acordarme ni con mi esfuerzo contar?¡No gracias, muchas gracias! ¿Dedicando versos hueros a ignorantes financieros, con la pretensión de que a su mesa me siente, arrastrarme cual serpiente ante estúpido anfitrión? ¿Convertirme en un plagiario y adorar noche y mañana al santo por la peana siempre pronto el incensario? ¡No gracias! ¿Lograr que diez botarates en su cónclave risible me proclamen infalible y aplaudan mis disparates? ¡No gracias. Muchas gracias!¿Que cual necio tema si otro más necio se irrita?¿Consagrarme a una visita mejor que a escribir un poema?¡No gracias, muchas gracias! En cambio ¡oh dicha! vencer gracias al propio heroísmo, fiando solo en ti mismo, pudiendo siempre a placer himnos de gloria entonar o denuestos proferir, soñar, despertar, sentir, lo que es hermoso admirar, ponerte el sombrero al revés, por un sí o un no batirte, hacer versos o aburrirte, ser arrogante o cortés. No escribir nunca jamás nada que de ti no salga, y, modesto en lo que valga, pensar que otro vale más".

Esto se lo sabía Sabino de memoria y lo recitaba como nadie con su voz cálida y grave. Ahora tal vez diría: "Me quieren nombrar hijo predilecto, ¿Es una obra o un proyecto ahora que no puedo estar?, ¡No gracias! Ya me gustaría a mí pisar la alfombra con garbo y agradecer el encargo con donosura y emoción. Pero resulta que ahora no hay donosura ni leches, por mucho valor que le eches soy medio kilo de carbón. No me sirve la chaqueta para colgar la medalla, porque ya no es de mi talla y no me toquen la puñeta. ¡No gracias! Si querían encumbrarme, en vida tiempo tuvieron, y si entonces no lo hicieron, ahora amigos, ya es tarde. De libros de poesía fui un pródigo editor y también fui creador de dos periódicos locales, que para colmo de males hubo que cerrar los dos. Pedí ayuda aquí y allá y la respuesta fue unánime: ¡Tranquilo, deixa que xa! Ahora quieren nombrarme persona muy destacada, pero no puedo olvidarme que me quedé en la estacada. Así que ¡no gracias! Una de mis ilusiones era ser el pregonero de nuestra fiestas mayores, pero nunca me llamaron porque no era de la casta, yo lo hubiera hecho gratis y otros, tal vez, se quedaron con la pasta. Así que ¡no gracias! ¡Muchas gracias!".

Algo así, supongo yo, que diría Sabino porque era partidario de los homenajes en vida, cuando el homenajeado pueda disfrutarlos. Los homenajes a los muertos tienen otro nombre: se llaman funerales, y de eso tampoco era muy partidario Sabino. 

Como estoy seguro de la buena voluntad de todos los que promovieron este nombramiento de Hijo Predilecto a título póstumo, yo pienso asistir al evento y creo que asistirán también la multitud de amigos que Sabino Torres Ferrer ha dejado en Pontevedra y en otros muchos lugares. Y hasta es posible que Sabino, desde la eternidad en la que vive, dibuje una sonrisa socarrona y diga...¡Sois la leche!

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