Opinión

Los albergues no pueden ser de la Administración

QUEDABA MUY bonito sobre el papel aquello de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de que todo ser humano tiene que tener acceso a una serie de derechos fundamentales. Como queda también muy lustroso en nuestra Constitución aquello de que todos los individuos somos iguales ante la ley y que tenemos los mismos derechos y obligaciones.

No hace falta decir que, tanto una como otra, se quedaron en declaraciones de buenas voluntades pero que distan mucho de haberse convertido en realidades tangibles. De hecho, uno de los grandes problemas de las sociedades modernas, como la española, es que no todos jugamos con las mismas cartas pero sí que se nos exige alcanzar los mismos resultados. Eso, traducido al ámbito mercantil, equivale a un conflicto de intereses que se resuelve de forma no equitativa, y en el que entran en juego factores como la competencia desleal. Una competencia aún más hiriente cuando proviene de las propias Administraciones públicas.

Advierto de un tiempo a esta parte un debate, que tiene incluso su reflejo en los medios, acerca de esas nuevas modalidades de contratación de determinados servicios, como los mal llamados pisos turísticos o los alquileres de coche con conductor. Por supuesto, exijo de esos servicios que se presten conlleven que quien lo realiza esté dado de alta en la Seguridad Social, tribute los impuestos que le correspondan por esa actividad y cumpla con todos los requisitos legales, sanitarios, de seguridad y de higiene que se le exigen a cualquier otro establecimiento hotelero, independientemente de su categoría.

Pero hay otro caso que me parece tanto o más sangrante y del que apenas se habla, no sé si por desconocimiento o por el buenrollismo que genera todo lo que tiene que ver con el Camino de Santiago. Hablo de los albergues públicos. Una figura que no existe en ninguna otra ruta de peregrinación del mundo.

Hoy mismo la Xunta reabre la mitad de los albergues públicos del Camino de Santiago. Aseguran que "para dar servicio a una demanda creciente". Lo triste es que a la vez que pone de nuevo en servicio la oferta de plazas de alojamiento públicas, comprobamos que la mitad de los albergues privados de las villas por las que pasa el Camino están cerrados. Y llevan en esa situación prácticamente un año. Evidentemente, si aún no abren es porque la demanda de los peregrinos a día de hoy no es suficiente como para cubrir sus gastos. Nadie lo sabe mejor que ellos. Y lo será aún menos desde el momento en que esos peregrinos dispongan de alojamientos en altalbergues públicos en condiciones más ventajosas.

Galicia cuenta hoy con una oferta hotelera más que suficiente para acoger a los peregrinos que nos llegan sin tener que recurrir a la reapertura de los albergues públicos. E incluso, llegado el caso, de que no fuese suficiente, sigue sin tener sentido esa figura. ¿Por que no hay bares o restaurantes públicos? Pues no entiendo por que sí tiene que haber alojamientos financiados con el dinero de todos. Mi propuesta que todos los albergues de la Xunta se pongan en el mercado y pasen a manos privadas. Estoy seguro de que hay muchos empresarios y emprendedores que estarían dispuestos a adquirirlos y a hacerse con ellos, porque además suelen gozar de una ubicación privilegiada. Solo así empezaríamos a jugar, por lo menos en este sector y en este ámbito, con las parecidas cartas. Abrazos!