Opinión

Bebamos como galegos

DEFENDER LO nuestro, nuestro territorio y a nuestras gentes conlleva también asumir ciertos compromisos personales, que favorezcan y propicien esa defensa. Pequeños o grandes compromisos, pero reales, de acción, que vayan más allá de la facilona y bienintencionada declaración de buenas voluntades. Compromisos que no necesariamente tienen que suponer un esfuerzo sino, a veces, como en el caso del que hoy hablaré, todo lo contrario.

El Concello de Cambados tuvo hace unos años la feliz idea de organizar unas jornadas dedicadas a los espumosos gallegos en el mes de diciembre, unas fechas más que idóneas ya que sabido es que la temporada alta del consumo de espumosos coincide precisamente con Navidades.

Yo mismo, sin ir más lejos, mantengo desde hace décadas la costumbre –convertida ya en tradición– de recibir con espumoso a mis visitas y de beber solo espumoso desde el 24 de diciembre hasta el 6 de enero. Es mi particular modo de convertir en aún un poco más diferentes y especiales esos días.

Para ello, a lo largo del año iba haciendo acopio de vinos espumosos de diversas procedencias, principalmente cavas y champagnes. Así fue hasta hace unos años. Hasta que las bodegas de Rías Baixas comenzaron a elaborar también sus propios espumosos. A partir de ese momento los cavas y los champagnes fueron dejando sitio en mi bodega a nuestros espumosos autóctonos. Y ahora, que también yo comercializo mi propio espumoso, evidentemente es Novavila el protagonista de mis copas navideñas.

Y es precisamente el espumoso Novavila el que me lleva a estar presente en la jornada que tendrá lugar este sábado en el salón José Peña de Cambados, en la que participaremos una decena de elaboradores de espumosos gallegos. Más o menos la mitad de los que actualmente existen en Galicia. Y es que son en torno a 20 las bodegas y marcas que ya elaboran en Galicia este tipo de vinos, lo cual viene a demostrar, una vez más, la inquebrantable inquietud de nuestros empresarios vitivinícolas, siempre dispuestos a investigar, crear y abrir nuevos mercados, y las bondades de nuestras variedades autóctonas, que en muy poco tiempo han posicionado a los espumosos gallegos en lo más alto en algunas clasificaciones de este tipo de vinos.

Pero aún nos falta un paso más por dar. Y ese pasa por lograr el compromiso del canal de distribución, un paso fundamental para conseguir que nuestros espumosos –a los que, por cierto, no les vendría mal una denominación menos genérica– se posicionen en el mercado y puedan llegar al consumidor final. Es trascendental el papel de los viticultores, de los bodegueros y de las instituciones que promueven eventos como este de Cambados. Pero no lo es menos el del canal de distribución. Y ahí, de momento aún flojeamos. Lo que no se puede tolerar a día de hoy es que en las estanterías de cualquier supermercado de Galicia puedas encontrar 25 marcas de cavas y, si hay suerte, uno o dos espumosos gallegos. Esa es la apuesta que aún nos falta por conseguir. Porque seguro que a esa le seguirá la fidelización del cliente.

Así que, parafraseando esa conocida campaña de publicidad, en estas Navidades, disfrutemos de nuestros espumosos y "bebamos como galegos".

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