Opinión

Cara de presidente

Tengo que reconocer que me gustó. Hablo del programa de Bertín Osborne con Alberto Núñez Feijóo. Me senté a verlo sin muchas expectativas pero me enganchó prácticamente desde el minuto uno. Y no solo me gustó el programa. Me gustó el tono, el discurso y la actitud de nuestro todavía presidente. Se presentó en todo momento desde la humildad y desde la prudencia, sin tratar de intimidar. En contraste con esa actitud altiva y displicente que estamos tan acostumbrados a ver en nuestra clase política, especialmente entre quienes ahora ocupan el palacio de la Moncloa.

Núñez Feijóo, a buen seguro que muy bien asesorado, evitó esa imagen en todo momento. Dio la sensación de no estar allí para intentar convencer a nadie, que, muchas veces, es la mejor manera de convencer. Supo, con elegancia, transmitir a la opinión pública lo que demanda la sociedad.

Tras ver el programa, creo que puedo decir sin temor a equivocarme que a Núñez Feijóo se le está poniendo, efectivamente, cara de presidente.

Ahora viene la segunda parte. La más importante. La de confirmar todas esas sensaciones y expectativas con hechos. En algunas ocasiones, desde esta misma sección, he provocado a nuestro presidente autonómico retándole a asumir y llevar a cabo una serie de reformas que considero imprescindibles para el desarrollo y para el futuro de nuestra comunidad. Pues bien, si tal y como le dijo a Bertín Osborne, y es algo en lo que yo le creo, él no miente, le ha llegado la hora de comprometerse. Porque cuanto más se comprometa, más votos va a poder conseguir y más se acercará a su fin último, el de gobernar este país.

Después de haber tenido que escuchar y padecer tantas promesas y tantas mentiras, lo que demanda la sociedad española son compromisos reales. Iniciativas reformistas capaces de generar ilusión.

A estas alturas, la ciudadanía ya solo va a creer lo que se demuestre. Así que es el momento de coger el toro por los cuernos. De lo contrario, los electores votarán a otras opciones políticas como un mecanismo para inducir la puesta en marcha de esas reformas que tú no propongas.

Soy consciente de que una de las grandes preocupaciones de Núñez Feijóo es captar ese voto que se le podría pensar natural pero que finalmente se puede decantar por opciones de corte más populista o radical. De algunas manera se lo dejó caer el otro día a Bertín: todo lo que no sea votarle a él supondrá dividir el voto y propiciar que se mantenga en el poder quienes ahora mismo lo ostentan.

O eso o tener que gobernar de la mano con un partido que le va a apretar las tuercas y que le va a poner en tesituras nada confortables, para una persona que está acostumbrada a gobernar en su comunidad autónoma con la placidez con la que lo ha hecho el PP en los últimos años.

Estoy convencido de que tanto Núñez Feijóo como sus asesores tienen en cuenta estas cuestiones. Por eso, y apelando a la confianza en su veracidad, le pido que se comprometa. Que se comprometa con su gente y con su pueblo. Porque si ese compromiso se convierte en reformas, estoy convencido de que también se traducirá en votos.

Comentarios