Opinión

El centollo como símbolo

HE TENIDO este año ocasión de asistir de nuevo a las Xornadas Centolo do Grove, a las que cordialmente me convida mi buen amigo Pablo Agrelo, persona profundamente comprometida con la promoción del turismo, de la hostelería y de las gastronomía de O Grove.

Y qué importante es que existan personas así y qué importante es también que se celebren actividades como esta. Máxime en un momento en el que desde todas las vertientes se nos conmina a quedarnos quietos, a permanecer inmóviles, a paralizar cualquier atisbo de actividad. Entiendo estas amenazas como un ejercicio de irresponsabilidad que puede acarrear consecuencias irreparables para muchos profesionales de múltiples sectores.

No, señores, a estas alturas la solución ya no está en paralizar la actividad, en detener el consumo, en hibernar como un oso despreocupado. Habrá que buscar otras vías: más medidas sanitarias, más educación en responsabilidad, más apelaciones a la prudencia o más sanciones a las conductas temerarias. Pero en ningún caso la solución pasa por atemorizar a la gente y recomendar que dejen de salir, de ir a cenar, de ir a comprar o de reunirse (con prudencia) con sus familiares y amigos.

¿Qué pensarán de esas recomendaciones, cuando no amenazas o prohibiciones, los cientos de familias de o Grove que viven de la centolla y que tienen en estas semanas su principal época de actividad y, por lo tanto, de retribuciones? Y no solo hablo de los restaurante o de las hoteles que en estas fechas la comercializan al abrigo de estas Jornadas. Hablo, también, por supuesto, de los marineros o de las pescantinas. ¿A quién le van a vender el producto si hacemos caso a quienes nos están diciendo no solo que no vayamos a comerlo a la hostelería sino que ni siquiera se nos pase por la cabeza reunirnos para disfrutarlo en casa? Un auténtico despropósito.

Es por ello, insisto, en la oportunidad de esta iniciativa. Porque además fomenta y propicia el disfrute de experiencias en el territorio y favorece la desestacionalización. Porque claro que se puede comer una centolla en Madrid! Seguro. Pero nunca será lo mismo que hacerlo en o Grove, en cualquiera de los nueve restaurantes y seis hoteles centoleiros que participan en estas jornadas.

Y quien dice el centollo, podría decir cualquier otro producto de nuestra gastronomía. Podríamos extender esa misma necesidad de fomentar el conocimiento y el consumo a nuestros vinos, a nuestros espumosos, a los productos de nuestra huerta... Porque de todos ellos dependemos. Porque detrás de cada uno hay personas que se están jugando su destino y su futuro. Por lo tanto, hacer llamadas a la responsabilidad, desde luego que sí, pero imbuir el temor y provocar la parálisis en la ciudadanía, eso no viene al caso.

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