Opinión

No es cuestión de ideologías

RECONOZCO QUE entre cambios de fases, normas y contranormas, decretos del Estado y directrices autonómicas no me resulta siempre fácil saber en qué situación legislativo-sanitaria me encuentro y qué puedo o no puedo hacer. Pero sí que hay algo que tengo claro desde el minuto uno. Y es que una vez encauzado el control de la pandemia sanitaria -y parece que estamos en el buen camino- toca afrontar con no menor urgencia y decisión la pandemia económica. Y en ese sentido, no es que vayamos por el buen o por el mal camino, es que no se ve ni el sendero.

Vemos día sí y día también cómo los países de nuestro entorno toman medidas valientes y trascendentales para la reactivación de su tejido económico. El gobierno portugués, que preside el socialista Antonio Costa, anunció la pasada semana que eliminaba los pagos del Impuesto de Sociedades a hoteles y restaurantes, además de a aquellas empresas que perdieran un 40% de ingresos. El mismo día, el gobierno alemán, en manos de la demócrata cristiana Angela Merkel, anunció que rebajaba el IVA del 19 al 16 % hasta final de año y que pagará un bono único de 300 euros por hijo a las familias.

Sirvan estos dos ejemplos para constatar que la adopción de este tipo de medidas no es una cuestión que dependa de ideologías, sino de altura de miras política y de sentido común. Ahí tenemos a un gobierno de izquierdas y a otro de derechas proponiendo soluciones en la misma dirección. Y es que ante una situación como la que estamos viviendo no sirve escudarse en que "es que ese tipo de medidas no estaban contempladas en el ideario político con el que concurrimos a las elecciones". No. La pandemia ha hecho saltar por aires cualquier tipo de ideario político o fiscal. Así que lo que ahora se requieren son medidas contundentes que ayuden eficazmente a reactivar la economía. Pertenezcan al ideario de la izquierda, de la derecha o del centro.

Se trata, ya digo, de una cuestión de sentido común. No es necesario contar con un máster en Economía o en Fiscalidad para entender que si a un negocio hostelero se le está obligando por ley a una reducción de su aforo no se le pueden cobrar los mismos impuestos que si estuviese trabajando en condiciones de normalidad. Si yo te obligo a que trabajes solo con un 30% de tu capacidad lo lógico es que te cobre también solo un 30% de los impuestos. Aún voy más lejos. Teniendo en cuenta las limitaciones que está sufriendo el mercado y las dificultades que estos negocios tienen incluso para cubrir ese aforo reducido, lo que se debería hacer, como ha hecho el gobierno portugués, es suprimir al 100% algunos de los gravámenes que esas empresas han de satisfacer al Estado. Amén de la exención del pago de otros servicios que no utilizaron mientras hubieron de permanecer cerrados por decreto, como los energéticos, comunicaciones, etcétera.

He leído poco antes de escribir estas líneas que el presidente de la Xunta ha propuesto reducir del 10 al 4 % el IVA para la hostelería, balnearios y restauración tanto este año como el siguiente. Aplaudo la iniciativa, claro que sí. Pero también en este caso voy más allá, y le propongo que, ya que está dispuesto a tomar medidas de apoyo al sector mercantil, elimine los peajes de todas las vías autonómicas que dependen de la Xunta. Ahora que ya disponemos de tránsito interprovincial, incentivemos la movilidad porque sin duda generará actividad económica. Y que si un pareja puede y quiere gastarse 25 euros en ir a Bayona a tomarse una ración de pulpo y un Rías Baixas, que no se los deje en los peajes. Que mucho mejor le vendrán a ese autónomo hostelero.

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