Opinión

Del minifundio municipal al latifundio europeo

EUROPEÍSTA. ¿Qué es hoy ser europeísta? De un tiempo a estar parte no se sabe muy bien cómo definir ese concepto que incluso parece no estar muy bien visto. Entre las razones para que esto haya ocurrido estuvo, primero, la súbita incorporación de un buen número de nuevos países a la Unión Europea, hasta el punto de que llegó un momento en el que uno no sabía muy bien quién formaba parte de la Unión y quién no. Después llegó el auge de partidos ultras que, entre sus muchas fobias, incluyeron también a Europa. Y, por último, para ponerle la guinda a este estatus de confusión, apareció el Brexit.

Aún así, yo me declaro profundamente europeísta. Y mi hija, que ha cursado parte de sus estudios universitarios en Europa y, por lo tanto, tiene un mayor y más reciente conocimiento de casusa, lo es más que yo. Lo cual me congratula.

Dicho lo cual me gustaría que la Unión Europea fuese una unión real a muchos más niveles. No solo al aduanero, político y monetario. Me gustaría que también lo fuese a nivel fiscal, impositivo o laboral, por citar tres prioridades.

Me gustaría que hubiese una unión entre europeos de verdad. Y no quedarnos en esta especie de tierra de nadie en la que nos hemos quedado, y que seguramente ha propiciado la irrupción de este movimiento antieuropeísta.

Europa es el último eslabón de una cadena política, administrativa y burocrática que tiene su inicio en los ayuntamientos. E igual que digo que soy europeísta también me declaro municipalista, si bien con reservas.

¿Se puede permitir Galicia tener 313 ayuntamientos?, titulaba hace unos días un reportaje un diario de nuestra comunidad. La respuesta es fácil. Es evidente que no. Como no se puede permitir tener 400 la provincia de Burgos o que el 90% de los municipios de Salamanca Teruel o Zamora tengan menos de 1.000 habitantes.

A lo largo de mi vida he ido viendo como se han ido añadiendo al sistema instituciones y estructuras político-burocráticas. Primero fueron las autonomías, con todo su entramado administrativo, y después las instituciones europeas. Y todo ello sin que, por supuesto, se hayan eliminado o fusionado ningunas de las ya existentes.

Este incremento de instituciones político-burocrática no nos hace precisamente más competitivos sino que supone un lastre con el que debemos cargar aquellos que somos agentes económicos activos y productivos.

Decía que soy municipalista pero con reservas porque, por ejemplo, estoy a favor de la fusión de aquellos ayuntamientos vecinos que no alcancen los 5.000 habitantes. Una medida de ese tipo nos permitiría liberar recursos y aliviar cargas, lo que redundaría, sin duda, en hacernos más competitivos y eficaces.

Comentarios