Opinión

Nadia de Nadia

ILUSOS AQUELLOS que durante el confinamiento pensaban, cada tarde, a eso de las ocho, que la pandemia nos iba a hacer mejores. Por unos aplausitos. Como cabía esperar, solo era cuestión de tiempo y de que apremiasen las dificultades. Hoy está claro que somos peores que hace un año. Como sociedad y me temo que también como individuos. Y a las pruebas y a los odios me remito.

Apuntaba Arcadi Espada hace unos días la incoherencia que supone que quienes van a llevar a millones de españoles a la miseria tengan su sueldo asegurado. Uno de esos sueldos bien asegurados es el de la ministra de Economía, Nadia Calviño, quien, ni corta ni perezosa, tuvo las agallas de afirmar que "hay dos formas de conceder ayudas directas a los empresarios: a través de cheques o asumir los costes de los Erte". Señora Calviño, no conozco ni un solo empresario al que le haya llegado uno de esos cheques de los que habla. Hágaselo mirar, no vaya a ser que estén en el cajón equivocado. Y calificar los Erte como ayudas directas a los empresarios es ya el colmo de la desvergüenza.

Los Erte han sido una medida eficaz y oportuna, no lo discutiré, pero para salvaguardar a los empleados. En ningún caso para proteger a las empresas. Es más, la mayoría de los empresarios que tenemos trabajadores en situación de Erte seguimos pagando religiosamente sus cuotas de la Seguridad Social, a pesar de que esos empleados no estén generando ninguna productividad para nuestras empresas.

Por fortuna, en el Gobierno debe haber alguna mente un poco más lúcida que la de la ministra de Economía, y el Ejecutivo anunciaba ayer mismo que hoy se aprobará un paquete de 11.000 millones de euros con ayudas a los sectores más castigados por la crisis, especialmente turismo y hostelería. Y que una parte de este nuevo plan se destinará, por primera vez desde el inicio de la crisis, "a ayudas directas a empresas y autónomos, entendidas como transferencias". Ayudas que estarán condicionadas al pago de gastos fijos: alquileres, facturas, salarios...

Llegados a este punto, evidentemente, una declaración de intenciones ya no me bastas. Y, como Santo Tomás, tendré que verlo para creerlo. Ojalá sea cierto y ojalá esas ayudas lleguen de manera directa. Porque eso es lo que necesitamos los empresarios y autónomos que hemos visto clausurada o limitada nuestra actividad económica, pero que seguimos teniendo que hacer frente a nuestros pagos corrientes.

Con todo, no fue esa la única perla que nos ha dejado estos días Nadia Calviño. La ministra y vicepresidenta también advirtió que hay que tener cuidado con el tema de las ayudas no vaya a pasar lo que ha pasado en algunos países europeos que empresas que habían recibido ayudas, después cerraron. Hay que ser ruin para decir algo así. Como se nota que en su vida ha tenido que defender un proyecto empresarial. Ni luchar por sacarlo adelante. En España quienes se han marchado después de recibir millonarias ayudas han sido grandes corporaciones y multinacionales. El pequeño y mediano empresario lucha por su negocio hasta que no puede más. Con ayudas o, la mayoría de las veces, sin ellas. Por tanto señora ministra, no cuestione nuestra integridad.

También hay políticos que han demostrado con creces que no están sabiendo gestionar la pandemia y no por eso pedimos que les quiten su salario. Por ahora.

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