Opinión

Nos comen las papas

DESPUÉS NOS echaremos las manos a la cabeza y diremos que por qué nos pasan estas cosas. Pero ya será tarde. Ya apenas seremos una sucursal de grandes holdings internacionales que se dieron cuenta –ellos sí, nosotros no– que España era un chollo, un paraíso para hacer negocios a cuenta, precisamente, de los españolitos de a pie. Y de sus dirigentes políticos, que consintieron que nuestra riqueza pasase a manos foráneas.

Leía hace unos días, con no poco pesar, que un grupo sanitario francés ha comprado tres hospitales gallegos, entre ellos el de Povisa. Pero no es el único caso. La misma corporación, Vilvalto Santé, se ha hecho con otros seis hospitales en otras cuatro comunidades autónomas.

Me preocupa, y mucho, la entrada de capital extranjero en nuestra sanidad. Ya hemos visto lo que ocurre cuando estas grandes empresas multinacionales irrumpen y se hacen con otros sectores estratégicos, como pudo ser el caso de las eléctricas o de la comunicación. Y es que aquí somos perversamente incorregibles. En Francia han optado por nacionalizar a su principal empresa energética. Aquí era pública, Endesa, y se la vendimos al gobierno si pero italiano. Ya estamos viendo los resultados. Igualmente, en toda Europa los principales medios de comunicación están en manos de capital patrio. Aquí, Berlusconi, tras la opa realizada, ya posee el 83% de Mediaset España y aspira a conseguir el 100%.

Y así nos va. Según los cálculos del Instituto de Estudios Económicos (IEE), los beneficios de las empresas españolas cayeron un 5,1% en el primer trimestre de este año respecto a cierre de 2021. Y dirán ustedes, "claro, la pandemia, la guerra, la crisis…". Ya, pero es que el resto de Europa, con esas mismas circunstancias, ha crecido de media un 7,2% en el mismo periodo. Y con recuperaciones de las cuentas de explotación de las compañías del 3,7% en Portugal, del 0,9% en Italia, del 4,9% en Irlanda y del 3,3% en Grecia. Entonces, ¿qué es lo que está ocurriendo? Nada que no fuera previsible. Si un Gobierno no trabaja en hacer que sus compañías, sus empresas y sus emprendedores puedan ser competitivos, ganar dinero y, por tanto, reinvertirlo, lo que pasará es que nos comerán los de fuera. Y esto es lo que está aconteciendo.

No puede ser que quienes en este país generamos riqueza y empleo no nos encontremos más que con palos en las ruedas. Trabajamos a lo burro, ¿para qué? Para sostener megaestructuras públicas totalmente desproporcionadas y en muchos casos innecesarias. Lo que hay que hacer es legislar para que nuestro sector mercantil sea fuerte y pueda proteger sus negocios del asalto del capital foráneo. De lo contrario, no seremos más que un inmenso vergel para aquellos que llegan aquí con el único interés de aprovechar oportunidades económicas. Y en el momento en el que estas se agotan, desaparecen de la escena sin ningún remordimiento, dejando tras de si un paisaje desolador (desempleo, devastación, ruina…). Como tantas y tantas veces nos ha pasado.

Señores del Gobierno. Le propongo que durante estas vacaciones, en las que podrán gozar de algún momento de serenidad, reflexionen un poquito sobre este tema. Es muy fácil hablar cuando uno vive del Presupuesto público. Pero quienes tenemos que defender cada día nuestro pan y el de nuestros asalariados, lo vemos de una manera muy diferente. Se supone que si están en política es para hacer eso, precisamente: política. Es decir, para cambiar las cosas. Háganlo. Antes de que vengan otros, nos compren y ya sea demasiado tarde.

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