VIVIMOS EN un país lleno de contradicciones, eso no es nuevo. Pero algunas alcanzan ya un grado de desproporción que las elevan ya a la categoría de preocupante. Y lo peor es que cada vez van a más. Hoy, por ejemplo, y por causa de la pandemia, hay en España menos habitantes que hace un año. Pero sin embargo hay más empleados que viven del erario público. Y el porcentaje no deja de crecer.
No por reiterado deja de ser inquietante. Estoy completamente seguro de que muchos de los políticos que nos gobiernan serían incapaces de vivir por sí mismos fuera de la política. Al igual que muchos burócratas tampoco podrían hacerlo fuera de los Presupuestos del Estado.
Se supone que cuando uno entra en política lo hace al objeto de mejorar la vida de la gente de tu país. Pero la realidad nos demuestra prácticamente a diario que eso no es así, sino más bien todo lo contrario.
El más reciente ejemplo lo tenemos con la última ocurrencia que el Gobierno de la nación ha trasladado a Bruselas dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia: la de cobrar peaje en todas las autovías del país a partir de 2024.
Asegura el Ejecutivo de Pedro Sánchez que este nuevo peaje a la movilidad tiene por objeto cubrir los costes de mantenimiento de esas vías. Lo que no dice ese mismo Ejecutivo es que para pagar esos costes los españoles ya abonamos un impuesto de carburantes, cuya cuantía se sitúa entre el 49 y el 54% del importe de cada repostaje. Así como un impuesto de circulación y otras muchas cargas impositivas que tienen que ver con la adquisición y utilización de nuestros vehículos.
Pero no, ahora resulta que eso no es suficiente. ¿Y quién va a pagar el pato? Pues, como no, los de siempre. Las empresas y los autónomos, que son quienes más necesitan de la movilidad. Lo cual no va a hacer sino profundizar en los desequilibrios y agrandar la brecha entre quienes han de procurarse el mantenimiento cada día en el mercado libre y a quienes les llega a fin de mes, pase lo que pase.
Me gustaría recordarle al presidente del Gobierno de España que hay otras medidas con las que podría obtener ese dinero que dice necesitar para el mantenimiento de las carreteras sin tener que ponérselo aún más difícil a las clases productivas. Podría ir a Bruselas con una plan de reorganización de la sobredimensionada estructura del Estado. Recordemos que en Italia, durante la pandemia se redujo el número de Diputados. O podría ir a Bruselas Pedro Sánchez con un plan para eliminar las Diputaciones o para fusionar ayuntamientos e innecesarias duplicidades administrativas. ¿Por qué no se toman esas medidas con proyección de futuro que nos permitirían ahorrar decenas de millones en lugar de incrementar la carga impositiva y asfixiar a los de siempre?
Es indignante. Y aún indignamás cuando escuchas a un alto cargo justificar este nuevo peaje a la movilidad diciendo que las carreteras las tiene que pagar quien las use. Pues no señor, las infraestructuras, como la sanidad o la educación, se financian con los impuestos que ya pagamos todos los españoles. Y es por ello que tenemos derecho a ellas. Los servicios esenciales no pueden ser objeto de nuevas cargas impositivas indiscriminadas. O pagamos peajes o pagamos impuestos pero no es justo que se nos cobre en dos ocasiones por un mismo servicio.
Por cierto, que digo yo que puestos a aplicar con rigor esa máxima de que lo pague quien lo utiliza, podríamos empezar por que pague el Falcon quien lo utiliza o por que paguen los coches oficiales quienes se desplazan en ellos. Por poner dos ejemplos.