Opinión

Quítate tú pa' ponerme yo

Parece que el panorama político español empieza a moverse. Se nota ya la cercanía de algunas elecciones autonómicas, las no muy lejanas municipales y las generales que ya asoman en el horizonte de 2023, si no hay movimientos previos que las adelanten. Se advierten movimientos en las cúpulas de los partidos (acabamos de ver el convulso revolcón en el PP), otros que pretenden resituarse -como es el caso del nuevo proyecto de Yolanda Díaz-, los que buscan sin mucha esperanza no desaparecer por completo de la escena política -Ciudadanos- y quienes no tienen claro como reformularse para no quedar fuera de ella -Unidas Podemos-.

Pero a pesar de todo ello, la sensación que sigo teniendo es la de que todo se limita a un "quítate tú pa’ ponerme yo". A un cambio de cromos, sin más. A un "cambiemos de gobierno para que nada cambie". En ningún momento se abordan los asuntos fundamentales, ni se cuestiona el orden establecido. No encuentro a nadie, ni de un color ni de otro, que presente propuestas reformistas capaces de generar ilusión en la ciudadanía. Hecho en falta partidos o candidaturas que me ofrezcan algo que diga "pues mira, esto sí que lo compro". Todo me parece más de lo mismo.

Nadie, absolutamente nadie, habla de cuestiones que sí que son trascendentes para el conjunto de la sociedad, en tanto propiciarían un escenario político, económico y social completamente distinto al que tenemos. Nadie habla de limitar los mandatos de nuestros gobernantes, ni de eliminar los consejos consultivos remunerados con los que tantos favores se pagan. Nadie propone la eliminación del impuesto de sucesiones y de donaciones en todo el Estado. Ni devolver la independencia real al Poder Judicial. A nadie he escuchado plantear la reforma de la ley electoral, ni ha manifestado su voluntad inequívoca e incuestionable de aplicar el IVA reducido a la energía y a los productos básicos permanentemente.

Nadie cita ni por asomo la posibilidad de redistribuir las inversiones por provincias de una forma justa y equitativa. Y ya no digo nada de eliminar las generosas prebendas de las que gozan los expresidentes. Nadie se plantea adelgazar las estructuras del Estado, por ejemplo, obligando por ley a fusionar los ayuntamientos de menos de 5.000 habitantes. Nadie coge el toro por los cuernos a la hora de recuperar las empresas estratégicas que están en manos/gobiernos extranjeros ni nadie pone frenos a las entidades bancarias obligándolas, sería el caso, a eliminar las comisiones bancarias a los más vulnerables.

A nadie he escuchado proponer un marco igualitario europeo para autónomos. Ni siquiera solicitar que la fiscalidad sea igualitaria dentro de la Unión.
Es posible que alguna de estas propuestas aisladas la lleve algún partido pero ni mucho menos todas las que se necesitan. Ni en los nuevos, ni en los viejos, ni en los renovados aglutinan un paquete reformista. Nada de nada. No se toca lo que realmente le importa al ciudadano de a pie. Solo escucho promesas vacías, palabras huecas y grandes sentencias ideológicas que solo a ellos y a sus acólitos importan (y aún así, lo pongo en duda).

Echo de menos que alguien ponga sobre la mesas cuestiones como las citadas, capaces de generar ilusión en la gente. Y, lo más importante, de crear un país más justo, más igualitario y más competitivo.