Opinión

Hay tragedias que se pueden y deben evitar

HEMOS vivido en España unos últimos meses trágicos en los que los noticiarios se hacían eco a diario de un ingente número de muertos como consecuencia de la pandemia del coronavirus. Pero el dolor que acarrean esos muertos no debe hacernos olvidar a aquellos otros que son víctima de otra dramática tragedia con la que llevamos conviviendo no solo unos meses sino muchísimos años. Me estoy refiriendo a las víctimas de los accidentes de tráfico.

La pasada semana en las carreteras de Galicia hemos tenido que lamentar un muerto cada día. Algo que resulta absolutamente inconcebible en una sociedad como la nuestra en la segunda década del siglo XXI.

No sé si la tantas veces demandada ampliación de la autovía del Salnés hasta O Grove habría evitado la muerte del joven vilagarciano de 24 años que falleció la madrugada del sábado en la curva de Paxariñas, en Portonovo. Seguramente sí. Baste recordar que en ese mismo vial el número de víctimas mortales ha quedado reducido prácticamente a cero en el tramo que se desdobló desde Curro hasta Sanxenxo.

De lo que sí estoy convencido es de que sí se hubiese podido evitar la muerte del vecino de Ponte Caldelas de 40 años que falleció en Alba cuando regresaba de su trabajo en Vilagarcía. Se trataba de una persona que realizaba ese trayecto todos los días. Es duro decirlo pero se podría haber evitado la muerte de esta persona si PSOE y BNG hubiesen cumplido aquello que firmaron en la pacto de investidura: que las autopistas gallegas pasarían a ser gratuitas para las personas que realizasen el mismo trayecto en sentido de ida y vuelta en el mismo día.

Si eso, que ya digo está firmado, se hubiese cumplido y fuese una realidad, Fernando Lois, que así se llamaba la víctima, seguro que haría ese trayecto por autopista. Por seguridad y por rapidez. Máxime cuando la empresa en la que trabajaba, Fundiciones Rey, se haya muy cerca del enlace con la AP-9. Si lo realizaba por carreteras secundarias era, sin duda, por el coste mensual que los peajes le suponían. A él como a otros muchos miles de personas que cada día se ven obligadas a poner sus vidas en peligro al tener que utilizar viales que son mucho menos seguros que la autopista.

Recuerdo perfectamente la foto del día que se aprobó el pacto de investidura entre PSOE y BNG para que Pedro Sánchez fuese presidente del Gobierno. En aquella foto estaba el diputado socialista Guillermo Meijón. Y recuerdo que pensé que su presencia era una garantía de que aquel pacto, y especialmente el punto referido a la gratuidad de la AP-9, se iba a cumplir. Porque recuerdo también perfectamente, y no con poco dolor, que hace diez años a Guillermo Meijón le falleció una sobrina en un accidente de tráfico en Caldas de Reis, en el que también fallecieron otros dos universitarios al chocar frontalmente el coche en el que viajaban contra una furgoneta.

Fue el hecho de que él lo hubiera sufrido en sus propias carnes lo que me hizo ser optimista respecto al cumplimiento de ese acuerdo. Pero si de todo aquello solo nos va a quedar la foto no habremos avanzado nada. Al contrario, habremos perdido tiempo y, lo más importante, seguiremos perdiendo vidas.