Opinión

El trazado de la alta velocidad, un error histórico

NO ES porque lo diga yo, que llevo 20 años proclamándolo como quien predica en el desierto. Es porque viene a refrendarlo ahora el alcalde de Oporto, Rui Moreira, quien en unas recientes declaraciones ha reconocido que la conexión natural por ferrocarril del norte de Portugal con Madrid debería ser a través de la "salida sur de Vigo". Esa conexión por la que yo en su día tanto peleé. Esa que me llegó a suponer la enemistad con el entonces presidente de la Xunta, Manuel Fraga.

No deja de generarme tristeza que haya tenido que venir el alcalde de Oporto en 2020 a abrir los ojos de quienes durante dos décadas, por absurdas rivalidades y ridículos localismos, se han negado a ver la evidencia, causando un daño posiblemente irreparable a la economía gallega, a la competitividad de sus empresas y a la movilidad de sus propios ciudadanos.

En aquellos lejanos tiempos, cuando se empezó a plantear la posibilidad de que una línea ferroviaria de alta velocidad llegase a Galicia y nos conectase con la Meseta –sí, esa conexión que aún hoy no hemos conseguido- surgieron varias voces en torno a cuál debería ser el trazado que debería tener esa línea. Huelga decir que el poderoso lobby del norte se impuso y, frente a toda lógica, hoy contamos con una línea que entra por Ourense y se dirige a Santiago y A Coruña, dejando de lado a la ciudad más poblada de la comunidad y las inmensas oportunidades que supondría una conexión con Portugal.

No fuimos pocos, pero quizá no los suficientes, quienes peleamos por un trazado en L que entrase por Ourense, llegase a Vigo y de ahí enfilase en dirección norte hasta Santiago y A Coruña. La ciudad herculina seguiría siendo principio y final de la línea, si es que eso tenía alguna importancia, que parecía que sí. Y al viajero coruñés apenas le supondría 20 minutos más de trayecto. Un perjuicio ínfimo en comparación con el enorme daño que supone dejar, no solo a Vigo sino a todas las Rías Baixas sin conexión directa mediante alta velocidad.

Se trató, ya digo, de una decisión en la que jugaron un peso determinante factores que a nadie se le escapan y que nada tenían que ver con cuestiones técnicas o logísticas. Fue un error estratégico histórico que ha condicionado, y que va a seguir condicionando en el futuro, el desarrollo económico y comercial del sur de Galicia. Y ahora sabemos también que del norte de Portugal, como nos ha recordado en alcalde de Oporto.

Asegura Rui Moreira que, para Portugal, ha llegado "el momento de decidir que el tren tiene que llegar hasta la frontera y seguir por Galicia". Imagínense las oportunidades que eso nos abriría en el caso de poder enlazar ese tren portugués con una línea de alta velocidad directa a Madrid por el sur de Galicia. ¡Qué error! ¡Qué gran error!

Y lo peor es que seguimos sin aprender de nuestros errores. Leo, con no poco asombro, que la Xunta acaba de anunciar una inversión de, ni más ni menos que, 127 millones de euros en una red de autobuses "para vertebrar el país". Pero es que esta Galicia nuestra, de dispersión infinita, es imposible de vertebrar con autobuses. Le aseguro que si ese dinero se invirtiese en liberar los peajes de nuestras autopistas sería muchísimo más positivo y productivo y nos ayudaría en mucho mayor medida.

¿Quién sabe? A lo mejor llega alguien dentro de 20 años y nos lo recuerda.

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