Opinión

Vergüenza torera

ENFILAMOS LA recta final hacia el 24-M. Y por lo visto y oído hasta la fecha, no se atisban novedades en los mensajes. Ni en los de las viejas caras, ni en los de las nuevas. Los ingredientes de la menestra discursiva que nos ofrecen son los de siempre: promesas a gogó, grandes expectativas de éxito y augurios de cambio. Y un compromiso de regeneración que da mucho juego, pues tanto quieren regenerar los que ya están como los que quieren estar. Y si esto es lo que nos sirven en campaña, el menú que se espera para el día después también se aventura conocido: ningún fracaso personal, ninguna responsabilidad en los batacazos y ni hablar de dimisiones. Dios me libre de declararme abanderado de las purgas de Kim Jong-un, que lleva 70 altos funcionarios ejecutados en Corea del Norte en tres años. El último, su ministro de Defensa, purgado con un cañón antiaéreo por dormirse en un desfile. Pero sí animo a que, al menos, cunda el ejemplo de Gran Bretaña, donde la mayoría de Cameron desencadenó la autopurga de todos sus rivales, que dimitieron con las urnas aún calientes. Lástima que en España, país de grandes maestros, proliferen ahora los diestros de salón sin vergüenza torera.

Comentarios