Opinión

Ancianos tirados

LAS IMÁGENES que el otro día se vieron en las televisiones de los trabajadores de una residencia maltratando a dos ancianas, nos confirman, muy a las claras, el gravísimo problema que en España tenemos con la soledad de nuestros mayores y que no nos tomamos en serio.

Recuerdo la noticia que hace unos años salto en la ciudad de Barcelona, y que tuvo como protagonista a una familia de mangantes que abandonó en el medio de la calle y con las maletas en el suelo a su propia abuela que, además, sufría demencia senil. Si el tema ya era grave y dejó a la mayoría de la ciudadanía pasmada y pensando con la almohada en su futuro, mucho más grave fue la sentencia de la muy progre Audiencia de Barcelona, que condeno a la familia trapisonda a pagar una multa de 240 euros, por dejar tirada en la rúe a la abuela. Afortunadamente, la desgraciada anciana, se libró de la sanción. Menos mal.

Los doscientos euros, fueron un escarmiento aquilatado y justo para sus señorías que dictaron la dura sentencia. Pero a juzgar por la doctrina, la sanción pecuniaria se quedó muy corta, por cuanto, en las mismas fechas en que se pronuncio el fallo de la Audiencia barcelonesa, el ayuntamiento de Ciudadela, en las Islas Baleares, sancionó con 4.500 euros, al propietario de un perro por abandonarlo en la calle. Lo que nos lleva a la clara y palmaria conclusión de que la seguridad, el bienestar y hasta la vida de una pobre anciana vale en España veinte veces menos que la de un chucho menorquín.

En España, la ciudadanía es plenamente consciente de la situación de soledad y desamparo por la que atraviesan decenas de miles de ancianos. En España hay más de ocho millones de personas que han superado los 65 años, y de ellas bastante más de un millón no tiene a nadie a quien recurrir en su solitaria y a veces triste existencia. El problema, que se deja notar menos en ciudades pequeñas y zonas rurales, se agrava, claro esta, en los grandes núcleos de población. El asunto esta al cabo de la calle y en la cabeza de cualquier persona sensata que piense en su futuro, pero nadie o muy pocos han movido un dedo para afrontar este gravísimo problema.

Ahora, en plena campaña electoral y con los candidatos ofreciendo el oro y el moro, es una magnífica ocasión para elaborar y presentar un ambicioso plan de todo tipo de ayudas, subvenciones y deducciones fiscales para aquellas familias que tengan a su cargo personas mayores y, además, discapacitadas.

Dinero sobra. Hay están las millonarias subvenciones a los titiriteros del malísimo cine celtibérico; ahí están las piscinas que no se usan, los auditorios mastodónticos, las nuevas universidades vacías y los museos también; y los puertos que no sirven y los aeropuertos sin aviones como el de Ciudad Real y que costó 1.100 millones de euros, o los aeropuertos de Lérida, Burgos, Badajoz, León, Huesca, Logroño, y las aceras de Zapatero o lo que ustedes quieran. El problema es gravísimo y está ahí. Lo padecen, hoy, millones de españoles. Pónganse, pues, los políticos a trabajar y gasten el dinero donde realmente se necesita y no en películas insufribles de pésimos actores. De lo contrario, no lo duden, acabaremos nuestro días en la Protectora de Animales del pueblo. Y gracias.

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