Opinión

Cela y la Xunta

EL CONSELLEIRO de Cultura de la Xunta de Galicia, Román Rodríguez, el político más brillante y de mejor formación, con mucha diferencia, del gobierno de Feijoo, se ha acordado de Camilo José Cela. Palabras mayores. Román Rodríguez y otras personalidades de la cultura y la política celtibérica, subscribieron un protocolo, hace unos días, para colaborar en una serie de actividades de promoción y difusión por el globo terráqueo de la gran obra de don Camilo y, en especial, de sus magníficos libros de viajes que, seguramente, ignoran el 99,9% de nuestros bachilleres de aquí y de fuera de aquí, habida cuenta del modelo educativo o lo que sea, que se aplica en nuestros colegios e Institutos de enseñanza a la bartola.

El conselleiro de Cultura, en un acto celebrado en la sede de la Fundación de don Camilo, puso de manifiesto, su decidida apuesta por continuar con el fomento y la promoción de la obra de este genial español nacido en Iria Flavia que, como dijo Román Rodríguez, ha sido "probablemente el mejor escritor español de la segunda mitad del siglo XX" y, a buen seguro, el gallego más universal. Claro, palmario y sin complejos. Valiente, el señor Rodríguez, en esta sociedad presa del pensamiento único, en donde los políticos mediocres, escritores y periodistas interpretan, para su desgracia, un guión de lo políticamente correcto que ya huele y tiene más que harta a la sociedad actual. Y es que el entusiasmo que, en su día, compartimos todos los gallegos, de contar con un Premio Nobel nacido por estos pagos, se apagó muy rápido por la presión del nacionalismo separatista y el terrible y atávico complejo de sus adversarios políticos. Un separatismo que ¿cómo no? Entró, también, a saco a restar valor a la obra de un escritor universal como ha sido Cela.

Recuerdo, perfectamente, que allá por el año 2003, doña Pilar García Negro, una fervorosa diputada del BNG en el Parlamento regional, la tenía tomada, no se sabe muy bien el porqué, con don Camilo. Su señoría, aprovechaba siempre la ocasión para poner a parir al escritor al tiempo que se permitía cuestionar el origen galaico de Cela, con esa autoridad que se confieren asimismo ciertos ciudadanos consentidos de repartir pasaportes de galleguidad. Para doña Pilar García, Cela no pertenece a la literatura gallega por el hecho de que la mayoría de sus obras están en español y porque, además, la Galicia que pinta en sus libros es, según ella, grimosa, es decir, una Galicia de disgusto, asco, temor, dentera y desazón, que cabreaba soberanamente a la diputada. Y es que esta manía de conceder la ciudadanía y expedir carnets de identidad y pasaportes, que determinados chamanes regionales se arrogaban y se arrogan, hoy en día, con más virulencia, en Cataluña y en el País Vasco, ha calado también en estas tierras que dan grima, y en algunos de sus personajes que tienen de siempre, a los separatistas de aquellas dos regiones españolas de ejemplo y paradigma al que copiar y seguir ad pedem litterae. ¿Serán gallegos don Ramón del Valle-Inclán, la Pardo Bazán, Rosalía, Torrente, Camba y Wenceslao Fernández Flórez? ¿Les revisaran también su pasaporte, en cuanto tengan posibilidad? En fin, que es muy de agradecer la iniciativa valiente del conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, con la figura de Cela. Un ejercicio elemental de sentido común que debe de continuar también con Valle, Rosalía, Torrente, Camba y Flórez.

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