Opinión

Champán, langostinos y tarta

TOMÁS CABALLERO era un concejal de Unión del Pueblo Navarro que les plantaba cara a los matones de Herri Batasuna. Un hombre valiente y sin complejos. Cuando la ETA asesino al concejal del Partido Popular José Ignacio Iruretagoyena y los concejales batasunos se negaron a condenar el asesinato, Caballero les espeto de frente y a la cara: "Ustedes lo que quieren es matar y seguir matando para que de esta forma nos aterroricemos y nos vayamos", y dijo esto a sabiendas de que se jugaba la vida. Se la jugó y la ETA lo mato. Le pegaron dos tiros en la cabeza. Tenía 68 años. Tuvo tiempo de ver a sus asesinos antes de morir. Observo como se acercaban, pero antes de hacerles frente salvó la vida de su vecina, a la que siempre llevaba al trabajo, protegiéndola y sacándola del coche. No le dio tiempo a nada más. El mismo día, el asesino De Juana Chaos estaba veraneando en el Centro Penitenciario de Preventivos de Melilla. Cuando llegó a sus orejas la noticia del asesinato de Tomas Caballero, empezó a dar saltos de alegría y para celebrar por todo lo alto la valerosa acción de guerra de sus colegas de pistola, dejo por escrito, para que quedara constancia clara de su "arrepentimiento" y de ser un "hombre de paz", que decía Zapatero, la siguiente y vomitiva nota petitoria. Decía así y cito textualmente: "Con motivo de la jubilación forzosa del franquista antivasco Tomas Caballero Pastor y como celebración extraordinaria, solicito se me proporcione por demandadero: 1 botella de champán (francés), 1 tarta, y 1kg de langostinos. Melilla a 6 de mayo de 1998". 

Alberto Jiménez-Becerril era concejal del ayuntamiento de Sevilla por el Partido Popular. Desempeñaba los cargos de segundo teniente de alcalde y delegado municipal de Hacienda. El 30 de enero de 1998 Jiménez-Becerril y su mujer, Ascensión García Ortiz, fueron asesinados por un miembro de la ETA en una calle del casco histórico de la ciudad hispalense cuando regresaban a su casa en torno a la una de la madrugada. Dejaban huérfanos a tres hijos de cuatro, siete y ocho años de edad. 

De nuevo, el asesino De Juana cuando vio en la cárcel las imágenes de los hijos del matrimonio Jiménez Becerril, llorando la muerte de sus padres asesinados por la ETA, no se le ocurrió otra cosa que decir en voz alta: "Me encanta ver las caras desencajadas de los familiares de los muertos en los funerales" y que "en la cárcel sus lloros son nuestras sonrisas y acabamos a carcajada limpia... Esta última acción de Sevilla ha sido perfecta; con ella, ya he comido para todo el mes". 

La hermana de Jiménez-Becerril estaba este sábado en el Congreso asistiendo a la investidura de Pedro Sánchez. El candidato hablaba de que fueron Zapatero y Rubalcaba los que acabaron con la ETA, apropiándose de manera infame de su derrota, cuando fueron las propias víctimas de la ETA las que salieron a la calle con cientos de miles de españoles contra la negociación de Zapatero, que las humillaba. Ante semejante indignidad Teresa Jiménez-Becerril sin micro y a viva voz, le recordó a Sánchez que la ETA no está acabada; que sus herederos están sentados en el Congreso y que el candidato ha pactado con ellos para conseguir ser Presidente a cualquier precio. Silencio total y mandíbula apretada. Y, al final, champán, langostinos y tarta para celebrar la buena nueva.
 

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