Opinión

Discriminadas por Marlaska

Tengo escrito muchas veces sobre las penurias por las que atraviesa la Guardia Civil y sus hombres. Desde aquella cochambre de cuartel en el que tenia su sede la comandancia de Pontevedra y cuya patética situación denunciaba públicamente y a pecho descubierto su comandante al mando, el general Aparisi, hasta la afrenta y la burla que suponen sus bochornosos y humillantes sueldos, pasando por todo tipo de escaseces de material y medios que viene padeciendo y soportando el benemérito cuerpo en estos últimos años, sin que los señores del gobierno de España lo remedien. Bueno, la Guardia Civil y, también, la Policía Nacional. Dos instituciones ejemplares que garantizan y protegen nuestros derechos y libertades y que sufren a diario y con paciencia franciscana los desplantes y la discriminación de este ministro del Interior que dejará, a buen seguro, una profundísima mancha en la historia de ambos colectivos.

Ya el presidente Zapatero conocía, sobradamente, las vejaciones y las humillaciones por las que pasaba la Benemérita, pero le traía sin cuidado porque sabía de la disciplina y de la obediencia de sus miembros que, desde hace más de ciento setenta y ocho años, vienen desarrollando, ejemplarmente y sin una sola queja, sus cometidos de salvaguarda de nuestras libertades. El presidente Rajoy arregló, en su día, un poco el asunto, pero la situación sigue siendo calamitosa y preocupante para los hombres de ambas instituciones, por las injustas estrecheces que pasan para desarrollar su trabajo.

Es escandaloso y absolutamente impresentable, es una gravísima humillación y un escarnio para los agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional que los miembros de las policías regionales catalana y vasca, gracias al dinero que antes Zapatero y, hoy, Pedro Sánchez, les regala graciosamente de todos los españoles, para que cobren mucho más que un guardia civil o un policía, que se juegan la vida todos los días. Es una vergüenza y, honradamente, así hay que decirlo.

En una información que se ha publicado el viernes pasado el presidente Pedro Sánchez le ha regalado a la policía autonómica catalana 1.009 millones de euros. El Gobierno aún no ha cumplido el Acuerdo de Equiparación Salarial para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que firmó en 2018, excusándose en que no hay presupuesto pero, en cambio, sí hay mil millones de euros para que los policías autonómicos catalanes cobren una jubilación más digna, más horas extras y más dietas por asistencia a juicios. Al contrario que los policías y guardias civiles que siguen con míseros sueldos y cobrando, según la información publicada, hasta 7.761 euros menos que un mozo de escuadra. Una situación impresentable, una discriminación colosal y una humillación en toda regla hacia unos funcionarios públicos que no se merecen la dirección política que sufren desde hace años.

Recuerdo hace tiempo la penosa situación de los alumnos de la Academia de Guardias y Suboficiales de Baeza que dedicaban sus horas de estudio y formación a barrer y a pasar la fregona. No había dinero para la gasolina de los coches, no había fondos para hacer prácticas de tiro y para la compra de chalecos antibalas y, encima, obligaban a los alumnos a recoger la basura y barrer el patio de la Academia, escoba en mano.

En fin, una continua humillación. La última, el regalo de Marlaska de estos mil millones a los policías de la Generalidad. Una más de tantas fechorías que les hacen. A saber cuál será la siguiente.

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