Opinión

El buenismo de la Colau

HA CONVERTIDO a la ciudad de Barcelona en un paraíso de la delincuencia. La señora Colau, que ha pasado de hacer escraches como portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, disfrazada de abeja y un megáfono, como único mérito, a ser alcaldesa de Barcelona, que manda carallo en la Habana, ha hecho de la capital una de las ciudades más inseguras de Europa. Doña Ada, era protagonista de multitud de escraches en donde insultaba y ponía a parir a políticos, generalmente del Partido Popular, en su lucha agotadora contra la gran Banca, el capitalismo internacional, los comerciantes, los grandes cruceros, el RMS Queen Mary 2 y el Ibex 35. O sea, una señora antisistema de tomo y lomo y de libro, a quien no le gustan los turistas, ni el G-8, ni la Policía, ni la Guardia Civil, ni los militares, ni el Rey de España. La selección española de futbol tampoco es de su agrado. A ella, le gustan otras cosas. Así, en su programa electoral, se mostraba partidaria de aumentar y crear nuevos impuestos, paralizar grandes proyectos urbanísticos y empresariales, y acabar con el turismo que es la principal industria de la ciudad Condal. La señora Colau, que dice que estudio alguna asignatura de Filosofía, vaya por Dios, es una fuente inagotable de ocurrencias municipales. No le gusta que Barcelona se llene de turistas, sobre todo si son pijos, y tampoco es favorable a la celebración de grandes eventos y congresos en la ciudad como el Mobile World Congress, uno de los mayores encuentros tecnológicos del mundo. Además, pretendía la creación de una moneda local para Barcelona, con la que pagar las subvenciones que concede el ayuntamiento, abonar las nóminas de los empleados públicos municipales, pagar a las empresas proveedoras y fomentar que los barceloneses puedan cambiar euros por moneda local. Toda una Christine Legarde sin bachillerato. La munícipe filósofo también llevaba en su programa electoral la creación de un zoo virtual, que no sé muy bien que es, pero cuya construcción, según doña Ada, costaría unos 100 millones de euros a los barcelonés y su mantenimiento unos 20 millones más por cada año de actividad. Pero donde se lleva la palma es en materia de seguridad ciudadana. Aquí, pretendía eliminar las unidades de policía administrativa y de seguridad; derogar la Ordenanza de Civismo, que prohíbe beber en la calle y regula la prostitución callejera, y suprimir la Unidad de Antidisturbios de la Guardia Urbana. Los resultados de su brillantísima labor no se han hecho esperar. Barcelona sufre, hoy, más de 500 infracciones penales al día, subiendo un 12,5% entre enero y marzo de 2019. En el primer trimestre de 2019 se contabilizaron 49.363 infracciones. Delitos sexuales, robos con violencia, hurtos, riñas tumultuarias, drogas, sustracción de vehículos y lesiones, están al orden del día. La muerte, días pasados, de la vice ministra coreana que sufrió un robo con violencia y el robo a la familia real de Qatar, han desatado las alarmas en una ciudad donde sus vecinos viven con miedo y organizándose en patrullas ciudadanas para defenderse, por un buenismo muy mal entendido de un megáfono metido a alcaldesa. Solo falta que le secuestren a Leo Messi. Dios no lo quiera.

Comentarios